Los representantes de los dos principales sindicatos del país, que no suelen coincidir en sus posturas, manifestaron su desacuerdo ante la iniciativa. “Es no”, afirmó el secretario general de la Confederación Francesa Democrática del Trabajo (CFDT), Laurent Berger, seguido por su par de la Confederación General del Trabajo (CGT), Philippe Martinez, quien dijo: “Estamos determinados a que este proyecto de ley no pase”.
Las organizaciones sindicales respondieron al anuncio realizado el martes por la primera ministra, Élisabeth Borne, con un llamado a la movilización nacional el jueves 19 de enero —con marchas y paros previstos—, en lo que sería la primera gran manifestación contra el texto, que analizará cuatro días después el Consejo de Ministros antes de entrar en febrero en la Asamblea Nacional.
También resultaron categóricas las declaraciones desde el Ejecutivo, y el vocero gubernamental, Olivier Véran, aseguró “no tener miedo” de las protestas, al tiempo que el ministro del Trabajo, Olivier Dussopt, esgrimía: “Ellos pueden manifestarse todo lo que quieran”.
En el centro de la polémica está la propuesta de extender la edad de retiro de los 62 años actuales a 64, aunque igualmente desata cuestionamientos la eliminación de regímenes especiales de pensiones y la cifra de casi 18 000 millones de euros que aportaría la iniciativa.
Medios de prensa y expertos describen el escenario como de guerra, con dos visiones enfrentadas: la oficialista, que considera indispensable la reforma en aras del equilibrio y la estabilidad financiera, y los detractores, que niegan la urgencia, algunos de ellos con la denuncia de que el Gobierno busca conseguir ahorros obligando a los franceses a trabajar más.
El proyecto es considerado el más importante de la gestión del reelecto presidente Emmanuel Macron, quien no pudo capitalizarlo en su primer mandato en el Palacio del Elíseo (2017-2022) por la irrupción de la pandemia de la Covid-19 y las movilizaciones en contra del Ejecutivo.
(Tomado de Orbe)