Analistas estiman que, en un Brasil polarizado, sin esperanza de reconciliación en corto plazo, los actos golpistas del 8 de enero en esta capital refuerzan la sensación de intolerancia.
En esa jornada, grupos de extremistas adeptos del derrotado mandatario Jair Bolsonaro promovieron una serie de acciones violentas en la plaza de los Tres Poderes, con invasión y depredación del Congreso Nacional, el Supremo Tribunal Federal y el Palacio del Planalto, sede del Poder Ejecutivo.
Los inconformes bolsonaristas (seguidores de Bolsonaro) piden la intervención militar y rechazan la asunción del poder del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, quien ganó la segunda vuelta de sufragio del 30 de octubre ante el excapitán del Ejército.
Según el director ejecutivo de Ipsos, Marcos Calliari, la pesquisa muestra que el resultado en urnas no fue suficiente para llevar al aumento expresivo en la percepción de la sociedad en cuanto a la tolerancia política.
«El enraizamiento de la polarización es tan grande que sigue presente incluso después de una elección que en teoría podría dirimir cualquier rivalidad», afirmó.
Realizado a finales del pasado año en 36 países para captar los sentimientos para este calendario y publicado a principios de 2023, el estudio de Ipsos apunta que el promedio global de percepción de tolerancia es del 34 por ciento, considerado bajo. El índice es el mismo en Brasil.
La muestra entrevistó cuatro mil 471 personas. En el gigante suramericano, fueron escuchadas mil, con margen de error del 3,5 por ciento para más o menos.
Respecto al 2023, el 56 por ciento de los brasileños consultados respondió esperar menos tolerancia.
De acuerdo con Calliari, el escenario de intransigencia es un fenómeno mundial que no se restringe a esta inmensa nación.
«El momento es muy preocupante de manera general. Hay división en especial en la política, pero también de clases sociales, religiones, racial y de género», reflexionó.
Bajo ese escenario, el analista político Paris Miguel Lago consideró que Lula debe conciliarse con los votantes de derecha que, independientemente de votar por Bolsonaro, creen en la democracia.
Para Lago, el saldo de la invasión a las sedes de los tres poderes puede ser positivo en ese sentido de alejar a los moderados del radicalismo.
«La extrema derecha no está en el juego democrático. Puede haber una gran cantidad de personas de derecha que votaron por Bolsonaro, pero el bolsonarismo es un movimiento de extrema derecha, y no creo que sea posible una reconciliación. Necesita ser derrotado», remarcó.
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