En apenas un mes, el mandatario ultraderechista avistó como tres ministros dieron un portazo de despedida en sus respectivos gabinetes.
Antes que Teich, el ortopédico Luiz Henrique Mandetta esperó por su destitución en la cartera de Sanidad, el 16 de abril, y ocho jornadas después el cuestionado exjuez Sérgio Moro (uno de los llamados superministros) entregó su cargo en Justicia.
El arcoíris de despidos lo encabeza el difunto abogado Gustavo Bebianno, depuesto el 18 de febrero de 2019, luego de un mes y 18 días al frente de la Secretaría General de la Presidencia.
Bebianno, quien murió el último 14 de marzo, fue la figura central de la primera crisis política de la administración.
Tal caos afloró por la sospecha que el oficialista Partido Social Liberal (PSL) utilizó una serie de llamadas candidaturas naranja (inscripción de mujeres que no reciben votos), solo para recibir fondos electorales en las justas comiciales de 2018.
Después de la suspensión de su amigo jurista, Bolsonaro anunció el 4 de abril de 2019 la salida de Ricardo Veléz Rodríguez del Ministerio de Educación y el 13 de junio del general Carlos Santos Cruz de la Secretaría de Gobierno.
En el mismo mes, el presidente destronó al general Floriano Peixoto de la Secretaría General de la Presidencia y lo reasignó a la oficina de Correos.
Gustavo Canuto se convirtió el 6 de febrero en el primer cambio del 2020 en el Ministerio de Desarrollo Regional. Siete días más tarde se comunicó la salida de Osmar Terra de la cartera de la Ciudadanía y entró Onyx Lorenzoni.
La Casa Civil, hasta entonces comandada por Lorenzoni, pasó a manos del general del Ejército Walter Souza Braga Netto.
CAÍDAS CARDINALES
En abril, el despido de Mandetta en Salud resultó azuzado por las desavenencias públicas con Bolsonaro respecto a la estrategia a seguir para frenar la pandemia del coronavirus, recién llegada al país.
Mientras el entonces titular respaldaba recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, como el aislamiento social, el jefe de Estado se aventuraba, y aun lo hace, a tratar de imponer métodos y reglas propias, sin respaldo científico.
En dos ocasiones, el excapitán del Ejército amenazó con expulsar a Mandetta, quien respondía que, como soldado no abandonaría la batalla, y solo desecharía el cargo por exoneración, como realmente ocurrió.
Más allá de las diferencias, algunos comentaristas políticos consideran que Bolsonaro además temblaba por el prestigio público que adquiría Mandetta, un funcionario locuaz, respetuoso de su profesión y con dominio probado de su sector.
Una encuesta divulgada en ese periodo reveló que el 76 por ciento de los entrevistados apoyaba el trabajo del Ministerio de Salud durante la calamidad sanitaria, mientras que el 39 reprobaba la postura del presidente.
En medio de los ecos por la inexplicable cesantía de Mandetta, el 24 de abril Moro entregó su cargo en Justicia, al acusar a Bolsonaro de interferencia política en el desempeño de la Policía Federal (PF).
Comienza una novela por capítulos y el exjuez de la operación Lava Jato declaró en la PF de la sureña ciudad de Curitiba, y mencionó un video de una reunión ministerial, celebrada el 22 de abril, en la que Bolsonaro lo forzaba a realizar cambios en la poderosa agencia policial.
Bajo una guerra de versiones e investigación de la PF y el Supremo Tribunal Federal, los abogados de Moro piden la publicidad total del audiovisual, el cual «sacará a la luz declaraciones perturbadoras de un tono autoritario inviable para permanecer en las sombras, ya que no coinciden con los valores impresos en el artículo cinco de la Constitución».
Mientras corría el conflicto Bolsonaro-Moro, el oncólogo Teich enfrentaba en el frente de Salud el aumento de muertes y contagios por la Covid-19. Emergió el colapso del sistema sanitario en algunas capitales del norte, como Manaos y Belém.
Poco a poco se desmoronaba su humilde figura, avalada en una menor oratoria que su antecesor Mandetta. Se mostró sitiado por las visiones públicas de Bolsonaro y no pudo hacer efectiva ninguna medida para contener la dolencia.
Teich reaccionó confuso cuando el 11 de mayo, el presidente anunció a la prensa que consideraría, por decreto, abrir salones de belleza, barberías y gimnasios como actividades esenciales.
No aguantó más cuando Bolsonaro, quien no consulta a nadie, abogó nuevamente por un protocolo del ministerio para el uso de la cloroquina desde el principio del tratamiento a pacientes con Covid-19.
«Fui elegido para tomar decisiones. Y la decisión sobre la cloroquina pasa por mí», dijo el gobernante a líderes empresariales en una videoconferencia.
Recientemente, Teich alertó en una red social sobre los cuidados necesarios para prescribir la droga, cuyos efectos secundarios, especialmente la taquicardia, pueden ser fatales para los enfermos.
Por el momento el general Eduardo Pazuello asume interinamente el cargo de ministro de Sanidad.
«La vida está hecha de elecciones y yo elegí irme hoy (15 de mayo). Le digo que di lo mejor de mí durante este tiempo que estuve aquí», afirmó Teich, tal vez convencido que el trabajo más fructífero sale de las manos y la aptitud de un hombre contento.
arb/ocs
*Corresponsal de Prensa Latina en Brasil.