Los metales pesados como el plomo y el cadmio están presentes en baterías, cosméticos, alimentos y otros elementos que forman parte de la vida cotidiana, citó en un artículo la revista Chemosensors.
Estos resultan tóxicos cuando se acumulan en el organismo humano y causan varios problemas de salud, pero detectarlos en los fluidos corporales requiere un equipo costoso y un ambiente de laboratorio controlado.
La investigación contó con el apoyo de la Fundación de Investigación de São Paulo (FAPESP), de los Institutos de Física (IFSC) y Química de São Carlos, además de colaboradores de la Universidad de Munich en Alemania y la Universidad Tecnológica de Chalmers en Suecia.
Según explicó Paulo Augusto Raymundo Pereira, coautor del artículo e investigador del IFSC-USP, se obtiene información importante sobre la salud de una persona midiendo su exposición a metales pesados.
Detalló que los altos niveles de cadmio pueden provocar problemas fatales en las vías respiratorias, el hígado y los riñones.
En tanto, el envenenamiento por plomo daña el sistema nervioso central y provoca irritabilidad, deterioro cognitivo, fatiga, infertilidad, hipertensión arterial en adultos y retraso en el crecimiento y desarrollo en niños.
A través del sudor y la orina los seres humanos eliminan los metales pesados, por lo que el análisis de estos biofluidos es una parte clave de las pruebas toxicológicas y del tratamiento.
“El mundo necesita sensores flexibles que se produzcan en masa de manera fácil, económica y rápida, como lo es nuestro dispositivo, para la detección en el sitio, el monitoreo continuo y el análisis descentralizado de compuestos peligrosos”, dijo.
Este sensor, a diferencia de otros que resultan costosos, es simple en cuanto a los materiales utilizados para fabricarlo y las etapas de su producción.
La base del dispositivo es tereftalato de polietileno (PET), encima de la cual hay una cinta adhesiva conductora de cobre flexible, una etiqueta de las que se pueden comprar en una papelería, con el sensor impreso en ella, y una capa protectora de clavo, barniz o spray, explicó Robson R. da Silva, investigador de la universidad sueca.
Añadió que el cobre expuesto se elimina por inmersión en solución de cloruro férrico durante 20 minutos, seguido de lavado en agua destilada para promover la corrosión necesaria; todo esto garantiza velocidad, escalabilidad, bajo consumo y bajo costo, acotó.
Por su parte el dispositivo está conectado a un potenciostato, un instrumento portátil que determina la concentración de cada metal midiendo las diferencias de potencial y corriente entre electrodos.
Finalmente, el resultado se muestra en una computadora o teléfono inteligente utilizando el software de aplicación apropiado.
De acuerdo con los expertos el sistema es lo suficientemente simple para que lo utilicen personas que no son especialistas así como técnicos en lugares como hospitales, clínicas y consultorios médicos.
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