El evento final de esta temporada cae en el decimoquinto día del primer mes lunar y es un momento donde, por lo general, se aprecian las danzas del León, acrobacias, música con tambores antiguos y el Baile del Dragón.
Este último es un desfile colorido de figuras del mítico ser hechas de papel, seda y bambú.
Según marca la costumbre, lo más significativo ocurre en la noche porque se encienden los faroles decorados, los niños los llevan por las calles y resuelven acertijos. También es usual ver a las familias reunidas para comer bolitas de arroz dulce para la buena fortuna y la unidad.
El lanzamiento de fuegos artificiales y petardos es una costumbre que ha disminuido por el tema de la contaminación ambiental.
Este Festival tiene miles de años y en la antigüedad las linternas eran bastante simples, solo los emperadores y los nobles las tenían grandes y decoradas.
Como muchas tradiciones chinas, su origen está rodeado de diversas leyendas y una de ellas dice que es la celebración de “la oscuridad decreciente del invierno” y la capacidad de la comunidad de “moverse por la noche con luz artificial”, es decir, con los faroles.
Durante la dinastía Han, se le asociaba con Ti Yin, la deidad de la Estrella del Norte, mientras otro mito indica que es el cumpleaños de Tianguan, el dios taoísta responsable de la buena suerte y a quien le agradan todo tipo de entretenimientos.
La costumbre llegó hasta el presente y marca el cierre de la Fiesta de la Primavera, la más trascendental de la cultura china porque recibe el año nuevo.
El presente ciclo del calendario lunar abrió el 22 de enero y desde ese día China transita por su año 4721 bajo el influjo del Conejo, un animal que según la mitología es el más auspicioso de todos y encarna la prosperidad, la felicidad y la longevidad.
mem/ymr