Con pedidos de intervención militar y rechazo a la asunción al poder del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, adeptos radicales del exmandatario Jair Bolsonaro invadieron y depredaron el 8 de enero los predios del Congreso Nacional, el Supremo Tribunal Federal y la Presidencia.
Las imágenes de las irrupciones violentas y acciones vandálicas dieron la vuelta al mundo y hasta comentaristas políticos la calificaron de «versión brasileña del asalto al Capitolio» en Estados Unidos, en alusión al acontecimiento ocurrido el 6 de enero de 2021.
Seguidores del entonces presidente estadounidense Donald Trump penetraron en el Congreso violando la seguridad y ocupando partes del edificio en Washington durante horas.
En los sucesos de Brasilia, por la inmediata recuperación de la institucionalidad luego de la reacción del Gobierno y en especial de Lula, quien ordenó la intervención de la Seguridad Pública en el Distrito Federal (DF), se pudo controlar la situación en más de cuatro horas.
Los detenidos por estos hechos responden por participación en actos antidemocráticos (asociación criminal), incitación a la animosidad de las Fuerzas Armadas contra los poderes constitucionales y, en algunos casos, depredación del patrimonio público.
Tras la embestida golpista fueron apresados en campamentos, en los cuales estaban refugiados, cerca de dos mil extremistas.
Poco más de 500 fueron liberados por ser ancianos, enfermos o gestantes, pero quedaron homologadas las detenciones de mil 381 involucrados.
De esa cifra, 922 continúan presos en el DF y los otros 459 lograron libertad provisional, al considerarse secundaria su intervención en los actos, pero deben usar tobillera electrónica.
Además de los arrestos, se abrieron otras líneas de investigación dirigidas hacia los autores intelectuales y quienes sufragaron los actos terroristas. Recientemente, Lula manifestó que hubo una falla de los servicios de inteligencia del gobierno que no alertaron sobre los ensayos golpistas del 8 de enero.
«Aquí tenemos inteligencia del Ejército, nosotros tenemos inteligencia del GSI (Gabinete de Seguridad Institucional), nosotros tenemos inteligencia de la Marina, nosotros tenemos inteligencia de la Aeronáutica, o sea, la verdad es que ninguna de esas inteligencias sirvió para avisar al presidente de la República que podría haber ocurrido eso», recalcó.
Recordó los momentos de tensión y manifestó que tenía la impresión de que hubo ese domingo un intento efectivo de golpe de Estado en Brasil y complicidad de miembros de las Fuerzas Armadas en la acción de los vándalos.
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