A juzgar por la declaración en una reciente Cumbre de jefes de Estados, incluidos Etiopía, Kenya y Djibouti, estos asumieron el compromiso con Mogadiscio de dar un impulso final a las operaciones conjuntas en zonas dominadas por la formación radical.
El esfuerzo mancomunado persigue liberar por completo a toda Somalia y su entorno del grupo terrorista que, expulsado de la capital en 2011, aún controla amplias zonas del centro y sur de la nación del océano Índico.
Una vez logrado el objetivo de anular la amenaza de esa agrupación, mediante la ayuda de socios internacionales se podrían estabilizar las áreas liberadas, lo cual permitiría a su vez al Gobierno Federal “mejorar la prestación de servicios y ampliar su autoridad”.
De acuerdo con el documento emitido al término de la reunión cimera, los representantes de África Oriental laborarán por establecer un mecanismo de seguridad transfronteriza, que impida la comisión de delitos, actos terroristas e ilegal tráfico de personas y mercancías.
Con tal motivo, el Gobierno kenyano comenzó a reforzar la seguridad en la frontera con su vecina Somalia para impedir que crucen los militantes de Al-Shabab.
En medio de una ofensiva militar en suelo somalí contra los radicales, Nairobi intenta prevenir una escalada de ataques dirigidas en especial contra zonas turísticas.
La decisión colectiva de incrementar las acciones militares contra Al-Shabab, afiliado a la red terrorista Al-Qaeda, no pasa por alto el reforzamiento de las capacidades logísticas de la Misión de Transición de la Unión Africana en Somalia (Atmis).
Esa estructura, rectorada por la Unión Africana y compuesta por soldados procedentes de Kenya, Uganda, Etiopia, Djibouti y Burundi, reemplazó en abril de 2022 a la anterior Misión de la Unión Africana en Somalia.
Junto al conjunto de acciones promovidas por Ejecutivos africanos cobra más fuerza la determinación del presidente somalí, Hassan Sheikh Mohamud, de exterminar a la agrupación considerada terrorista a través de una guerra total.
Para el logro de tal propósito, las autoridades de Mogadiscio, además de solicitar ayuda a la comunidad internacional para equipar mejor al Ejército, enviaron a Eritrea y Uganda a unos seis mil soldados que recibirán formación especializada.
SOMALIA Y SUS MÚLTIPLES CONFLICTOS
Somalia, país dividido y sin un gobierno central fuerte, tras el derrocamiento del presidente Mohamed Siad Barre (1969-1991), además del enfrentamiento al ente extremista, encara otros conflictos, lo que aumenta la inseguridad.
Milicias locales de la semiautónoma región de Puntlandia, leal al gobierno central de Mogadiscio, se enfrentan en la disputada ciudad septentrional de Las Anod a grupos armados de la separatista región de Somalilandia, que controla ese territorio.
Tal querella, la cual también preocupa a las autoridades de Mogadiscio, al erosionar la unidad nacional y dificultar la ofensiva contra Al-Shabab, dejó saldo de más de una veintena de muertos y unos 50 heridos, según fuentes oficiales.
Otro problema que encara el gobierno somalí, es la amenaza de otra crisis de hambruna, la cual afectaría a unos 7,6 millones de los más de 16 millones de habitantes del país, de acuerdo con datos de Naciones Unidas.
Para contrarrestar ese pronóstico, Somalia requiere aportes urgentes de unos dos mil 600 millones de dólares.
RAÍCES DE LA INSURGENCIA
El surgimiento de Al-Shabab (Los Jóvenes, en árabe), tiene como raíz, entre otros factores, la existencia de un pasado colonial y dominantes élites políticas saqueadoras de la riqueza nacional, consideran expertos.
En ese contexto, el gobierno somalí sostiene que entre las causas del extremismo se encuentran la pobreza, la marginación, el analfabetismo y la falta de oportunidades económicas y sociales.
En todo caso, la guerrilla islamista sobrevive también por la falta de un decidido liderazgo político, carencia de suficientes recursos en el Ejército y la presencia del tribalismo, que ahonda las divisiones entre los somalíes.
Especialistas afirman que la actual catástrofe política y humanitaria somalí es anterior al ascenso del grupo terrorista, por lo que Al-Shabab es un síntoma y no la causa de la desgracia, estima un artículo del portal digital The East African.
*Redacción África y Medio Oriente
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