A medida de la prolongación del vacío de poder, las condiciones de vida y el resquebrajamiento de las instituciones del Estado complejizan el escenario económico y social, tras el desplome de la libra libanesa y los altos precios de los artículos de primera necesidad.
Un gobierno interino desde mayo del pasado año intenta aliviar la situación y sus llamados de emergencia reciben la oposición de algunas fuerzas cristianas como la Corriente Patriótica Libre, que considera inconstitucionales las reuniones del Consejo de Ministros.
El Parlamento inició a fines de septiembre las sesiones para elegir al nuevo jefe de Estado de la República y tras 11 convocatorias ningún candidato de la comunidad cristiana maronita cuenta con la mayoría absoluta y el país transita por una etapa de vacancia desde el 31 de octubre.
Una sola sesión legislativa en 2023 describe la falta de entendimiento y las contradicciones hacia la nominación de una figura consensuada; en tanto, las boletas mediáticas con vistas al Palacio Presidencial de Baabda mantienen los nombres de Michel Moawad, Suleiman Franjieh y el Comandante del Ejército Joseph Aoun.
Después de una reunión en París de directores de asuntos exteriores y funcionarios de Francia, Estados Unidos, Arabia Saudita, Qatar y Egipto, representantes de los cinco países en Líbano acudieron al encuentro con el primer ministro interino Najib Mikati y el titular del Parlamento Nabih Berri.
Los diplomáticos subrayaron que no designar al próximo mandatario conducirá a una revisión de todas las relaciones con el país, “porque si los diputados no cumplen con sus funciones, los países extranjeros no serán más cuidadosos que los propios dirigentes libaneses».
En pocas palabras, los embajadores destacaron que el verdadero apoyo a la nación levantina comenzará después de la elección del futuro presidente para luego dar seguimiento a la implementación de las reformas económicas.
A las discrepancias políticas, Líbano carga el impacto de tres años de colapso bancario con restricciones al retiro de fondo de los depositantes, el levantamiento gradual de los subsidios a algunos de los artículos de primera necesidad; mientras, la moneda nacional superó el cambio de 80 mil libras por cada dólar.
En la actual semana, el país vivió jornadas de bloqueo de carreteras, incendio de neumáticos, automóviles en llamas, protestas en la entrada de sucursales bancarias y la continuación de la huelga de los docentes públicos ante el deterioro de las condiciones económicas.
Ante este panorama, el líder de la Resistencia islámica libanesa (Hizbulah), Hassan Nasrallah, denunció los intentos de Estados Unidos de empujar a la nación al caos mediante la presión y una política de retiro de fondos y depósitos de manera planificada.
Nasrallah explicó que ahora hay un desafío para confrontar las herramientas mediáticas, políticas y económicas de Washington, fundamentalmente el alza del precio del dólar con respecto a la libra libanesa.
Según el secretario general de Hizbulah, lo que ayuda a la administración estadounidense en su plan es la presencia de la corrupción y los errores en las administraciones del país objetivo; en ese sentido, convocó a cooperar para derribar el proyecto de dominación.
Desde la noche del 31 de octubre pasado con el fin del mandato de Michel Aoun, Líbano entró en su cuarto período de vacío de poder, a la espera de elegir al presidente número 14 de la República después de la independencia.
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