«Tenemos retos muy serios y recursos limitados con los que afrontarlos. Somos un pueblo compasivo, pero no podemos asumir nuevas cargas», declaró el primer ministro de esta nación, Phillip Davis.
En un programa de radio y televisión, el jefe de Gobierno ratificó su decisión de no firmar un compromiso en la Cumbre de las Américas del año pasado que incluía la acogida de refugiados.
A pesar de las presiones, a principios de este año, cuando Naciones Unidas pidió al Caribe la detención de las deportaciones a Haití, continué con la postura de regresar a sus ciudadanos, reafirmó.
«Por eso seguimos abogando por una solución liderada por los haitianos a la actual crisis, una solución sostenible apoyada por una asociación entre muchas naciones», subrayó Davis.
Bahamas apoyará gustosamente tal esfuerzo, pero ese recurso no puede, y no lo hará nunca, incluir acciones que tengan un mayor impacto negativo en la economía bahameña y en nuestras comunidades, aseveró.
El primer ministro enfatizó a la población que tiene «un plan integral para interrumpir el flujo de inmigrantes a nuestras islas y perseguir activamente la identificación y repatriación de quienes entraron ilegalmente».
El año pasado, cuatro mil 748 personas fueron devueltas, el mayor número en un año calendario en la historia del país, destacó para mostrar la aplicación de las leyes, que –dijo- surten efecto.
En 2023, ya regresamos mil 24 personas, enfatizó, y contó que desde su llegada al cargo en septiembre de 2021, «sólo un barco de migrantes pudo desembarcar en una isla habitada».
Davis, también presidente de Comunidad del Caribe (Caricom), abordó entre los temas la 44ª cumbre de ese bloque integracionista concluida aquí el pasado viernes.
Fui «muy claro con nuestros amigos internacionales en el sentido de que la ayuda a Haití debe llevarse a cabo cuidadosa y estratégicamente», describió.
Bahamas, con casi 400 mil habitantes, recibe desde hace décadas miles de migrantes, lo cual las autoridades han calificado de una carga.
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