Se calcula que 1,5 millones de niños corren el riesgo de sufrir depresión, ansiedad, trastorno de estrés postraumático y otros problemas de salud mental, con posibles efectos e implicaciones a largo plazo, aseguró.
Informaciones publicadas por Unicef indicaron que el número de instalaciones sanitarias dañadas o destruidas por las acciones bélicas superan las 800, lo que causó la muerte y lesiones graves a pacientes, incluidos menores y personal sanitario, y limitaron el acceso a la atención médica.
Además, precisaron que miles de niños ucranianos que huyen del conflicto carecen de vacunas para protegerse de la poliomielitis, el sarampión, la difteria y otras enfermedades potencialmente mortales.
Los pequeños necesitan el fin de esta guerra y una paz duradera para recuperar su infancia, volver a la normalidad y empezar a curarse y recuperarse, aseveró Russell.
En su opinión hasta que eso ocurra, es absolutamente fundamental dar prioridad a las necesidades psicosociales y de salud mental de los infantes, lo cual debe incluir acciones apropiadas a la edad para proporcionar cuidados cariñosos, fomentar la resiliencia y, en el caso de los niños mayores y adolescentes, oportunidades para expresar sus preocupaciones.
Para agravar aún más este problema, el conflicto interrumpió el acceso a la educación de más de cinco millones de escolares, lo que ocurrió después de dos años de pérdida de aprendizaje por la pandemia de la Covid-19, y más de ocho años de interrupción de la enseñanza para los menores del este de Ucrania, apuntó Unicef.
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