La investigación concluye que el costo de las residencias de mercado es restrictivo para la mayoría de hogares salvadoreños, donde el salario mínimo es de 365 dólares mensuales, incluso menos en algunas actividades agrícolas.
Esa situación contrasta con estadísticas que señalan que en 2022, el sector de la construcción creció un 13 por ciento y para 2023, las expectativas son mucho más favorables, con un mercado que presuntamente comienza a ceder en costos y los constructores apuestan por un crecimiento similar al del año anterior.
La Cámara Salvadoreña de la Construcción (Casalco), asegura este año se producirán inversiones de mil 800 millones entre proyectos públicos y privados.
Las estadísticas sostienen que la industria de la construcción juega un rol sustancial porque provee de infraestructura a casi todo los sectores económicos y es un importante empleador, de hasta 200 mil empleos directos e indirectos.
Además de centros comerciales, infraestructura vial, edificios de usos múltiples, el rubro se expande por todo el país con proyectos residenciales pero no se aprecian edificaciones de moradas a las que puedan acceder sectores vulnerables y de menores ingresos.
Fuentes del sector aseguran que las grandes inmobiliarias anuncian con frecuencias proyectos en las periferias de San Salvador y que hay un “boom” de complejos residenciales para satisfacer demandas de salvadoreños en el exterior e inversionistas que compran varias unidades para después ofrecerlas en alquiler.
En la actualidad las casas de interés social con un precio promedio de 19 mil dólares no se encuentran con facilidad en el mercado.
De acuerdo a la Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples el ingreso promedio del 90 por ciento de los hogares salvadoreños es de 453.23 dólares, una barrera para poder disfrutar de una vivienda digna.
Las estadísticas oficiales señalan que el 40.9 por ciento de los hogares a nivel nacional tiene tres o más personas por dormitorio, incluso en algunos no hay habitaciones exclusivas para dormir.
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