Por Roberto Castellanos
Corresponsal jefe en Egipto
La muerte de dos israelíes a manos de un palestino sirvió de pretexto para decenas de extremistas que asaltaron la aldea y otras localidades vecinas, ubicadas en la norteña gobernación de Nablus, acciones que provocaron numerosas protestas internacionales.
Según Ghassan Daghlas, que supervisa las actividades de los asentamientos en el norte de la Ribera Occidental, más de un centenar de vehículos y unas 40 viviendas fueron incendiadas.
Por su parte, la Media Luna Roja Palestina reportó más de un centenar de heridos durante la ola de violencia y una víctima mortal. Tras la agresión, la policía arrestó a 10 colonos, pero luego fueron liberados por “falta de pruebas”.
Tanto las autoridades como el ejército israelí conocían los planes de atacar Hawara, pero el primer ministro Benjamin Netanyahu está interesado en apaciguar a los círculos más extremistas que integran su gabinete y por ello les permite “hacer lo que quieran”, denunció el escritor y analista Nihad Abu Ghosh.
Lo sucedido a finales de febrero no fue causado por un grupo enojado, se trata de milicias que tienen su propia estructura y presupuesto, explicó.
Para el investigador del Instituto de Estudios Palestinos Razi Nabulsi, la estrategia de Tel Aviv es recurrir a la violencia y los crímenes de los colonos bajo la tapadera de “operaciones de represalia”.
“Hawara debe ser borrado hoy”, escribió en Twitter antes del ataque David Ben Zion, uno de los dirigentes de los colonos, aunque luego borró sus palabras tras numerosas críticas. Sin embargo, a los ministros ultraderechistas Bezalel Smotrich e Itamar Ben Gvir les gustó ese tuit.
Más tarde, al ser interrogado sobre el tema, Smotrich también abogó por la destrucción de la aldea, unas palabras que provocaron un aluvión de críticas internacionales, que, a su vez, obligaron al funcionario a dar marcha atrás.
“No era la palabra correcta, me expresé mal”, señaló el titular de Finanzas, conocido por sus posturas racistas y antiárabes. También Zvika Fogel, diputado del partido ultraderechista Poder Judío, defendió la nueva agresión.
“Dejamos de oponernos al castigo colectivo (…) Nos quitamos los guantes. Un terrorista vino de Hawara. Un Hawara cerrado y quemado: eso es lo que quiero ver. Es la única manera de lograr la disuasión”, afirmó Fogel, conocido por su respaldo a la anexión de los territorios palestinos.
Ante esa situación, el primer ministro palestino, Mohammad Shtayyeh, responsabilizó al gobierno de Netanyahu por el ataque.
Del otro lado de la frontera numerosos políticos israelíes, incluidos diputados, también acusaron a Netanyahu y sus socios ultranacionalistas en el poder, en especial el jefe de Poder Judío, Itamar Ben Gvir.
PROSIGUEN LAS AGRESIONES
Los colonos actuaron en el espíritu del actual ejecutivo fascista, denunció la legisladora árabe-israelí Aida Touma-Sliman, mientras su colega en el hemiciclo Ayman Odeh, dirigente del partido de izquierda Hadash, advirtió que “este progromo solo conducirá a más derramamiento de sangre”.
Pese a las numerosas críticas, en los siguientes días los colonos continuaron sus agresiones en diversas zonas de la ocupada Ribera Occidental, incluidas las gobernaciones de Tulkarem y Jenin.
En un reciente informe, el Centro de Información Israelí para los Derechos Humanos en los Territorios Ocupados (B’Tselem) denunció que la violencia de los colonos contra los palestinos es otro método más que utiliza Tel Aviv para controlar la tierra en Cisjordania.
Ellos ejecutan una variedad de actos que incluyen agresiones físicas, lanzamiento de piedras, amenazas y hostigamiento, daños a árboles y cultivos, vandalismo de automóviles, bloqueo de carreteras e incluso disparos de munición real, criticó.
La organización destacó que “como resultado, los palestinos tienen miedo de ir a sus parcelas de tierra, que luego el Estado toma y utiliza para sus propios fines”.
Las autoridades israelíes, incluidas las fuerzas de seguridad y el sistema de aplicación de la ley, son plenamente conscientes de esta realidad, pero permiten y respaldan esa violencia y luego disfrutan del resultado, subrayó.
Precisamente, el diario Israel Hayom reveló que el Ejército estaba al tanto de los planes para asaltar Hawara.
Mientras, el periódico Haaretz reportó que las agencias de seguridad intercambiaron acusaciones y críticas hacia los oficiales de las Fuerzas Armadas que no cerraron las calles ante la inminente llegada de los radicales.
A su vez, en un intento para justificarse, el Ejército responsabilizó al departamento judío del Servicio de Seguridad General (Shin Bet) por no advertirle de la situación.
Los primeros ataques organizados por los colonos se remontan a abril de 1968, cuando un grupo liderado por el rabino extremista Moshe Levinger ocupó el hotel Immortal River en el centro de la ciudad de Hebrón y propiedad de la familia Qawasmeh.
El apoyo financiero, político y de seguridad del Gobierno fue el catalizador del surgimiento de muchos grupos radicales en los asentamientos, que ejecutaron innumerables ataques y asesinatos.
Entre ellos destaca la masacre de Hebrón el 25 de febrero de 1994, cuando Baruch Goldstein asesinó a 29 fieles palestinos que oraban en la Mezquita de Ibrahim al disparar indiscriminadamente contra los presentes.
Estadísticas extraoficiales indican que al menos 44 palestinos fueron asesinados desde 2015 por los colonos. Solo en 2022 se reportaron mil 187 ataques de esas personas.
arb/rob