En una misiva dirigida al mandatario demócrata, los firmantes expresaron su “profunda preocupación por los efectos que tiene en toda Cuba la actual política de los Estados Unidos” y sugirieron a la administración Biden aliviar el sufrimiento en la isla.
Advirtieron que, en particular, la continua inclusión de la mayor de las Antillas en la lista de Estados Patrocinadores del Terrorismo “está causando dificultades reales y visibles para el pueblo cubano”.
Para los firmantes de la carta es calumniosa esa designación cuando Cuba mantiene un histórico compromiso en la lucha contra el terrorismo a través de la ratificación de numerosas convenciones internacionales, la rúbrica de un acuerdo bilateral con Estados Unidos en la materia y la cooperación para acabar con el flagelo.
Denunciaron que les resulta “cada vez más imposible” hacer llegar su apoyo a los hermanos de fe en la isla debido a la permanencia en esa unilateral relación de Washington que crea dificultades adicionales al ya férreo bloqueo que padecen los cubanos hace más de seis décadas.
“Mantener a Cuba en la lista de Estados patrocinadores del terrorismo socava los objetivos declarados de política exterior de la administración Biden”, suscribieron.
Argumentaron que las medidas coercitivas impactan la economía, programas médicos y de bienestar social. Además “nuestra política actual hacia Cuba es una de las causas fundamentales de la emigración”, subrayaron.
Como cuestión de fe, no creemos que imponer costes profundos y dolorosos a la población civil de Cuba pueda justificarse moral o pragmáticamente enfatizaron en la carta la Alianza de Bautistas; la Iglesia Ortodoxa Armenia de América; el Servicio Mundial de Iglesias; el Consejo de Iglesias de Florida, y el Consejo Nacional de Iglesias de Cristo en Estados Unidos, entre otros firmantes.
En enero de 2021, días ante de concluir su mandato, Donald Trump (2017-2021), reincorporó a Cuba en la lista de Estados Patrocinadores del Terrorismo de la que fue eliminada en 2015 durante el proceso de acercamiento que comenzó en entre los dos países en la última etapa del gobierno de Barack Obama (2009-2017).
Sin embargo, con la llegada de Trump a la Casa Blanca se revirtieron los pasos dados y su administración aplicó una política de máxima presión hacia Cuba que heredó y mantiene Biden, su sucesor demócrata.
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