La novena de casa no tiene ni por asomo la nómina que podría haber presentado, sobre todo desde la lomita, pero sigue siendo un trabuco y solamente perdió ante México.
Desliz aparte, los estadounidenses jugaron muy bien sus otros tres partidos, aunque no enseñaron esa ofensiva feroz que se presagiaba.
Del despertar de esa tanda, que ocupó el lugar 12 en promedio ofensivo (.268), 10 en promedio de embasado (.367) y octavo en carreras anotadas (básicamente gracias al nocaut contra Canadá), depende mucho que puedan aspirar a retener la corona obtenida en 2017.
Por su parte, Venezuela acabó noveno en bateo (.281), octavo en OBP (.370) y sexto en sluggin (.474) y OPS (.844), números no impresionantes si se habla de un plantel invicto, pero para nada mediocres.
Como se presagiaba, Mike Trout debe ser el hombre a controlar por la tanda de los anfitriones, al terminar como el líder impulsador del conjunto, pero además de Tim Anderson nadie más bateó por encima de .350, y solo Paul Goldschmidt presenta también OBP superior a .400.
En cambio, los llaneros se plantan con cuatro bateadores por encima de .400 (Eugenio Suárez, Salvador Pérez, Anthony Santander y David Peralta), todos también con OBP mayor de .500, sluggin de .600 o más y OPS mínimo de 1.138.
Los suramericanos llegan con el ánimo por las nubes y la espinita clavada de haber firmado una mala actuación hace seis años, pero habrá que ver si las restricciones que se han ensañado con su plantilla les permiten salir airosos.
ro/lp