Esta concentración religiosa está dispersa en seis de los 24 estados del país (Aragua, Carabobo, Cojedes, Guárico, Miranda y Vargas) y en 11 cofradías: Cata, Cuyagua, Chuao, Ocumare de la Costa y Turiamo; San Millán y Patanemo; Tinaquillo; San Rafael de Orituco; San Francisco de Yare y Naiguatá.
De todas esas congregaciones, la de San Francisco de Yare, ubicada en los Valles del Tuy, en Miranda, resulta la más reconocida de todas en el país con una historia de tradición surgida, según diversas fuentes, en 1749.
Pero la fama mundial la alcanzaron el 6 de diciembre de 2012, cuando fueron incluidos por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, Ciencia y la Cultura (Unesco), en la lista representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
La más antigua de las versiones de esta celebración data de la Edad Media (1208), cuando la devota Juliana de Cornillon, en Bélgica, promovió la idea de celebrar una festividad en honor al cuerpo y la sangre de Cristo, y otra, de carácter más oculto, la ubica hace 400 años.
Aunque la más aceptada de las explicaciones corresponde a la de 1749, pues se argumenta que en medio de una intensa sequía, las comunidades indígenas, africanas y mestizas del país comenzaron a orar y danzar ante el Cuerpo de Cristo (Corpus Christi) para que lloviera.
Quiso la providencia, el destino o la casualidad que el Día de Corpus Christi empezara a llover torrencialmente, con lo cual se salvaron las cosechas. Desde entonces, en agradecimiento, comunidades venezolanas danzan en honor a ese acto de amor y fe.
Los Diablos salen a las calles mediante diferentes niveles de jerarquías, vestidos con camisa, pantalón, medias, alpargatas y grandes máscaras, todo de rojo -llevan una maraca en la mano derecha y un mandador en la izquierda-, por si los malos espíritus desean colarse.
Capataces, arreadores, cajeros, auxiliares, asistentes, porta estandarte y promeseros bailan al ritmo del tambor y ejecutan pasos (el corrido, escobillado, el reposo y la bamba) hasta caer de rodillas, frente a la imagen del Cuerpo de Cristo.
La bamba está considerada por los Diablos Danzantes como el más sagrado de los cuatro movimientos porque es en ese instante en que se elevan las peticiones al Santísimo Sacramento.
Más allá de lo místico, esta expresión religiosa tradicional de Venezuela, sintetiza la interacción de las culturas indoamericana, la europea y la africana, de la que se siguen nutriendo nuestros pueblos de América.
(Tomado de 4ta Pared, suplemento cultural de Orbe)