Al dirigirse a nuevos embajadores acreditados ante la Santa Sede, el sumo pontífice señaló que en el plano personal, muchas personas perdieron seres queridos y medios de subsistencia, mientras que las familias afrontan graves dificultades económicas y carecen a menudo de adecuada protección social.
La pandemia nos hizo más conscientes de nuestra interdependencia como miembros de la única familia humana, así como de la necesidad de estar atentos a los pobres e indefensos que existen entre nosotros, indicó.
Francisco apuntó que mientras ‘tratamos de salir de la actual crisis’, la sociedad enfrenta el reto de dar pasos concretos y valientes para desarrollar una cultura global del cuidado, que estimule el surgimiento de nuevas relaciones y estructuras de cooperación al servicio de la solidaridad.
Lamentablemente, dijo, nos hizo saber también que la comunidad internacional está viviendo ‘una creciente dificultad, si no incapacidad, de buscar soluciones comunes y compartidas a los problemas de nuestro mundo’, como expresó en febrero último a los miembros del cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede.
Con ese propósito pienso en la necesidad de enfrentar cuestiones globales urgentes como la migración, el cambio climático, así como las crisis humanitarias que con frecuencia se derivan y también la deuda económica que gravita sobre muchos países que luchan por sobrevivir, añadió el pontífice.
En ese sentido, el papa mencionó también ‘la deuda ecológica que tenemos con la propia naturaleza, además de los pueblos y países golpeados por la degradación ambiental causada por el hombre y la pérdida de la biodiversidad’.
Estos problemas no son simplemente políticos o económicos, son cuestiones de justicia, una justicia que no puede seguir siendo ignorada y aplazada, resaltó.
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