Desde 2007 cada 25 de abril se celebra el Día Mundial del Paludismo con el objetivo de sensibilizar sobre la necesidad de invertir continuamente en la prevención y el control de este padecimiento.
«Es hora de lograr cero malaria: invertir, innovar, implementar» es el tema escogido por la OMS en 2023, enfatizando sobre todo en las poblaciones marginadas con el fin de dotarlas de herramientas para tratar de conseguir tales objetivos.
Según datos de la organización, en 2021 se registraron 247 millones de casos de malaria en todo el mundo —el 95 por ciento en la región africana— y fallecieron 619 mil personas por este mal.
Esta es una enfermedad potencialmente mortal causada por parásitos que se transmiten al ser humano por la picadura de mosquitos hembra infectados del género Anopheles.
Los síntomas son variados: fiebre, escalofríos, sudoración y dolor de cabeza.
Además, el contagiado puede presentar náuseas, vómitos, tos, heces con sangre, dolores musculares, ictericia, defectos de la coagulación sanguínea, shock, insuficiencia renal o hepática, trastornos del sistema nervioso central y coma.
En regiones donde la malaria es altamente endémica, las personas se infectan tan a menudo que desarrollan la inmunidad adquirida, es decir, son portadores más o menos asintomáticos del parásito.
Actualmente no se cuenta con una vacuna eficaz contra la malaria, pero existen tratamientos que varían según el país donde se administren.
Según las autoridades sanitarias, una vía para detener el paludismo es el uso de insecticidas, mosquiteros y ropa adecuada para evitar las picaduras.
La mayoría de las naciones que alcanzan la meta de paludismo cero cuentan con sólidos sistemas de atención primaria de salud que garantizan el acceso a los servicios de prevención, diagnóstico y tratamiento del paludismo a todas las personas que viven dentro de sus fronteras.
lam/lpn