Roberto F. Campos
Reportero de la redacción de Economía de Prensa Latina
En la actualidad conserva tantos encantos que se convierte en un lugar ideal para visitar en plan de descanso.
Se trata de una ciudad hermosa, cargada de simbolismos y donde las personas entonan la voz de una manera muy particular en comparación con las del resto de este país.
Santiago constituye todo un reclamo para los turistas ávidos de ponerse en contacto con múltiples bondades, no solo en cuanto a la belleza del paisaje, sino a la idiosincrasia de la gente y a la historia de toda la nación.
Recorrer sus calles constituye un placer muy particular, porque en cada esquina se puede entablar conversación con un desconocido que se transforma inmediatamente en guía de turismo.
Por demás, la arquitectura también aporta su granito de arena a esos encantos con sus enrejados de antaño que semejan siluetas coloniales atrapadas en el entramado de las calles o simplemente un valor añadido a la visita.
Recorrer sus arterias deriva en experiencia cultural que agrega conocimiento sobre este país.
Allí se encuentran las montañas más altas de Cuba, como el Pico Turquino (1974 metros), el verdor del paisaje, lo típico de su ciudad, la religiosidad del santuario de El Cobre y, sobre todo, la vida y alegría de sus paisanos.
De tal manera que el carnaval de esta oriental urbe destaca desde hace mucho tiempo e invita con su magia de colores y rimbombante música.
UNA FIESTA ESPECIAL
Corría 1795 cuando ya se registraron carnavales como fiestas patronales, en honor de San Santiago, para el Corpus Christi y para la carnestolenda (tres días previos al miércoles de ceniza). Esas celebraciones provenían de la colonia española.
Al principio el carnaval dividía sus programas de acuerdo con la sociedad y sus clases, con clubes privados para sectores pudientes y los más movidos en los barrios populares, en especial en La Joya y los Pepines, donde la gente se disfrazaba de colores vivos.
Entonces apareció una tradición de rivalidad fraterna para demostrar quien tenía los más bellos trajes.
Julio resultó el mes para esas fiestas, también un período de acontecimientos históricos y culturales, pero el carnaval siempre fue muy esperado.
De los orígenes en procesiones religiosas se transformó en una fiesta popular con escenarios en las principales calles y las de alrededor de La Catedral.
Luego se incorporaron los cabildos y grupos de parrandas con canciones típicas, momento que aprovechaban los esclavos para organizar fugas.
En medio de carnavales también se desarrollo el hecho más importante de la historia mas reciente cubana, el asalto al cuartel Moncada el 26 de julio de 1953, encabezado por Fidel Castro.
Lo mas llamativo está en el toque de sus tambores, corneta china, el quinto y la campana entre otros instrumentos que dan como resultado las famosas y conocidas congas santiagueras que pasan de calle en calle, de las cuales sobresalen las de San Pedrito, San Agustín, Paso Franco, Alto Pino, El Guayabito y, muy en especial la de Los Hoyos, la que arrastra más bailadores.
El carnaval de Santiago de Cuba se llevó a las calles a inicios del siglo pasado y desde entonces quedó en la memoria cultural de los cubanos, aunque sus orígenes se recuerdan como un fuerte impulso para la nacionalidad y el criollismo.
Se trata de desfiles que comienzan con muñecones, bailadores dentro de un gran traje con una cabezota de muchos colores. Además de las comparsas, la conga y las carrozas; las bebidas típicas, los platos a base de cerdo frito y otras muchas delicias.
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