Por Verónica Nuñez Lastres
Estudiante de Periodismo y colaboradora de Prensa Latina
Imitar el tono de piel con bronceado, el uso de trenzas o pelucas de cabello rizado, maquillaje para simular labios carnosos e incluso procedimientos quirúrgicos para obtener curvas, senos y traseros de mayor volumen son los métodos más utilizados.
El «blackfishing» se aprecia más cuando las influencers participan en eventos como si fueran mestizas y se visten y peinan para imitar a personas de piel negra, manifestó en su cuenta de Instagram la actriz, activista y escritora ecuatoguineana Assari Bibang Ngui.
Los estándares de belleza evolucionan cada vez con mayor celeridad y la idea de reproducir un estilo determinado en todas las personas para así considerarlas dentro de los cánones, es un fenómeno que lleva ocurriendo desde que el ser humano manifestó interés por la estética, indicó en un reportaje el medio español Afroféminas.
He hecho cosas como broncearme, pero no fue algo malintencionado, así que no creo que deba dejar de hacerlo si me beneficia o lo disfruto, comentó una estudiante universitaria al programa Radio 1 Newsbeat de la BBC.
En 2019, la periodista Wanna Thompson hizo notar en sus redes sociales como algunas personas influyentes, todas blancas, se “disfrazaban” de mujeres negras; desde entonces el vocablo blackfishing se difundió.
La propia Thompson declaró en una entrevista a CNN que surgió una necesidad de poseer la cultura negra en lugar de apreciarla desde fuera, aunque, por supuesto, haya un descarte de la experiencia completa de ser negro y la discriminación sistémica que la acompaña.
El problema es que parece que hoy, todavía, para que algo negro merezca ser alabado lo tiene que hacer un blanco, opinó Assari Bibang en su publicación de Instagram.
EL MODERNO BLACKFACE
Aunque siguen una línea temática cercana, no debe confundirse al blackfishing con el blackface.
La palabra blackfishing es la contracción de los términos anglosajones “black”, negro, y “catfishing”, que hace alusión a los que engañan en Internet fingiendo ser otra persona mediante fotografías.
Mientras, el blackface consiste en un entretenimiento muy popular en Estados Unidos desde hace casi 200 años con el método de maquillarse el rostro de color negro para representar o imitar a alguien de esa pigmentación de piel en espectáculos burlescos y hasta ofensivos.
Durante el surgimiento y auge del cine, se recurría al blackface para interpretar a los personajes afros, porque pocas veces los actores negros obtenían un papel relevante en los filmes.
Quienes consideran el blackfishing como una forma moderna de blackface, argumentan que las personas negras no son un disfraz que se puede quitar y poner, que los practicantes cambian su apariencia sin enfrentarse a las muestras de racismo y que enseñan al mundo solo “el lado bonito” de lo que conlleva ser afrodescendiente.
CELEBRIDADES «BLACKFISHERS»
La periodista Yadi González del medio activista Afroféminas, opina que las personas negras iniciaron la mayoría de los movimientos socioculturales del siglo XX.
Eso explicaría la fascinación con esa cultura y su influencia en el mundo occidental y por tanto, el ajuste estético de algunos famosos.
La cantante Ariana Grande es uno de los ejemplos en los últimos tiempos con el oscurecimiento de su piel blanca natural y lo mismo con su homóloga australiana Iggy Azalea, acusada de lucir una tez bronceada en su video musical “I am the Stripclub”.
Bruno Mars recibe aún cierto rechazo por “apropiarse” de un estilo y vocabulario propio de la cultura afro durante su carrera musical y la empresaria Kim Kardashian es también un objetivo de los anti-blackfishing, porque a menudo opta por el uso de trenzas, maquillaje oscuro y por mostrar una piel más morena.
Vale aclarar que considerarse transracial y practicar el blackfishing no es lo mismo, ya que los primeros se identifican como miembros de una raza o grupo étnico diferente al suyo de nacimiento y los segundos solo adaptan el estilo y la moda de determinada cultura.
Como transraciales se han declarado la actriz alemana Martina Big, que se identifica como una mujer africana que consiguió su piel oscura con un procedimiento de bronceado permanente y la activista estadounidense Rachel Dolezal, que ocultó sus orígenes caucásicos durante una década.
TEMA A DEBATE
Las protestas generadas en los medios de comunicación recalcan cómo la raza negra es muchas veces excluida mientras estos “falsos mestizos” son populares y privilegiados.
Es injusto y están ganando éxito pareciéndose a mí, mientras yo trabajo 10 veces más para llegar a donde realmente quiero estar, argumentó en un comentario sobre este tema una usuaria del diario El País en Internet.
El mayor conflicto se genera porque el copiar el estilo de un grupo étnico distinto al suyo puede ser muy llamativo y “chic”, pero no acarrea con ello el sesgo racial que sufren los verdaderos afrodescendientes.
En realidad, el blackfishing sitúa ese estilo como una mercancía y tiene el efecto de reducir a un pueblo a una serie de rasgos u objetos apropiados; es una forma de amor racista, expresó a CNN Leslie Bow, profesora de estudios asiático-americanos de la Universidad de Wisconsin, en Estados Unidos.
A esas mujeres blancas les basta con desprenderse de esta apariencia creada voluntariamente para deshacerse de la misoginia y el racismo que las mujeres negras cargan desde hace siglos, explica Gabriela Murillo Mena en el medio Afroféminas.
Las modelos e instagramers Emma Hallberg y Jaiden Gumbayan se defendieron ante sus detractores al argumentar que no pretenden fingir una etnia que no son, aunque admitieron su respeto y admiración por la cultura afro y les gusta su apariencia.
Gumbayan opina que para algunos podría considerarse la forma más grande de halago para las personas de color y para otros es imitar y apropiarse de una cultura sin conocer la historia detrás de ella”.
Apropiación o no, lo cierto es que los practicantes de esa tendencia son cada vez más frecuentes y su apariencia sigue siendo popular y lucrativa porque lo “exótico” siempre atrae.
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