En respuesta a una petición de algunos creadores referida a la ausencia de sus trabajos en la exhibición al público y el sitio web, el espacio cultural subrayó que adquiere con regularidad obras de autores de la nación caribeña de todas las generaciones y tendencias, a partir de los fondos del presupuesto estatal.
Lo anterior, apuntó la pinacoteca, determina el establecimiento de una nueva relación entre el legado patrimonial preexistente y las prácticas artísticas actuales y ese nexo, ‘vivificante en ambos sentidos temporales—pasado y presente— es típico de la construcción patrimonial’.
El texto refirió que ninguna coyuntura ajena al campo museal puede violentar ese proceder y recordó que el museo no ha asumido ninguna consideración extrartística para conformar su colección, de altísimo valor y destinada al enriquecimiento de la vida espiritual de la población.
Según Bellas Artes, prima el respeto a la valía de las obras, el apego a los contextos históricos y la comprensión de las libertades asociadas a la naturaleza del arte y, tal modo de actuar, responde a una política cultural inclusiva y transparente y con alta prioridad al acceso a las mejores realizaciones cubanas y universales.
En tal sentido, el museo capitalino no acepta una demanda ‘que no se aviene con la vocación de servicio de nuestra institución ni con el interés del público al que se debe’.
Esa institución es la encargada de atesorar, restaurar, conservar, promover y estudiar las obras del patrimonio plástico en el país y posee el compendio más significativo de arte cubano existente, desde el siglo XVI y hasta nuestros días, entre ellos, los grabados coloniales del siglo XIX.
Reúne también las piezas creadas entre 1898 y 1920, las vanguardias artísticas de la primera mitad del siglo XX y las series de los grandes maestros cubanos como Fidelio Ponce (1895-1949), Víctor Manuel (1897-1969), Carlos Enríquez (1900-1957) y Wilfredo Lam (1902-1982).
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