El documento fue aprobado por los delegados de la 76 Asamblea Mundial de la Salud que se desarrolla hasta el 30 de mayo en Ginebra, Suiza, e insta a los Estados miembros a tomar decisiones sobre el enriquecimiento de alimentos con micronutrientes y suplementos y a considerar formas de fortalecer los mecanismos de financiación y seguimiento.
Según los expertos, las deficiencias en el estado de vitaminas y minerales, particularmente de folato, hierro, vitamina A y zinc, afectan al 50 por ciento de todos los niños en edad preescolar y al 67 por ciento de las mujeres en edad reproductiva en todo el mundo.
Las deficiencias de micronutrientes pueden tener consecuencias graves, como la espina bífida y otros defectos del tubo neural.
Estas carencias prevenibles también están asociadas con un mayor riesgo de ceguera, sistemas inmunológicos frágiles, disminución del ejercicio y la capacidad física.
Las madres con bajo nivel de micronutrientes pueden tener bebés prematuros o con bajo peso al nacer.
La deficiencia de yodo, que todavía prevalece en muchos países, afecta el desarrollo del cerebro en los niños, socavando su capacidad de aprendizaje y su eventual productividad.
Los especialistas aseguran que es parte de la solución la fortificación de alimentos a gran escala, una intervención basada en evidencia que contribuye a la prevención, reducción y control de las deficiencias de micronutrientes.
Al agregar vitaminas y minerales esenciales a los alimentos y condimentos básicos, como las harinas de trigo y maíz, el arroz, el aceite de cocina y la sal de acuerdo con los patrones de consumo y las deficiencias nacionales, los países pueden corregir y prevenir aún más una insuficiencia demostrada de micronutrientes.
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