Entrevistado por Prensa Latina, el coordinador para Mesoamérica de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Adoniram Sanches, precisó que las acciones anticipatorias son la mejor vía hacia una mayor resiliencia ante los impactos de fenómenos como El Niño, que se avecina.
Sanches indicó que la FAO se encuentra apoyando a los países con información sobre las tendencias y el monitoreo del comportamiento ambiental, así como con imágenes satelitales, bajo un enfoque de acción temprana, que permita tomar medidas oportunas como ajustes en los planes productivos, la búsqueda de financiamiento y otras acciones vinculadas a los seguros agrícolas.
En esta línea, recientemente el organismo multilateral y el Instituto de Investigación Agropecuaria de Panamá sostuvieron conversaciones sobre la necesidad de estudiar variedades más resilientes a la falta de agua, como maíz y frijol de ciclo más corto.
El jefe de la FAO en Panamá dijo que otro de los frentes de colaboración son las recomendaciones que se hacen para eventos de sequía como los sistemas de captación de agua lluvia, la implementación de prácticas agrícolas sostenibles, la inversión en tecnologías de riego y la distribución de semillas de variedades de cultivos tolerantes a escasez de agua, entre otras iniciativas.
Adicionalmente, la FAO ha mencionado como prioritaria la prevención de incendios forestales y el fortalecimiento de las capacidades locales para la implementación de estrategias de adaptación climática.
Por otro lado, Sanches remarcó la urgencia de examinar los patrones típicos y estimados de lluvia en combinación con los calendarios de ciclo de vida de crecimiento de los cultivos.
Ello permitirá determinar aquellos casos donde el estrés hídrico tendrá un impacto mayor en los rendimientos de la producción de alimentos; al margen que se indique el ajuste del calendario agrícola frente a un clima cambiante.
“Es necesario aumentar la capacidad de los países para planificar y supervisar el uso y la gestión sostenible de los recursos naturales disponibles. Una herramienta para lograrlo puede ser la zonificación agrícola del riesgo climático, que aporta al análisis y manejo de riesgos de la actividad agrícola”, explicó.
De otra parte, explicó que el ejercicio de zonificación permite estimar probabilidades de éxito para cada cultivo y zona geográfica después del cruzamiento de la serie histórica de datos climáticos, los mapas de textura del suelo, los ciclos y calendarios de cultivos y sus variedades.
También deben tenerse en cuenta los escenarios de cambio climático, permitiendo orientar la toma de decisiones agronómicas y tecnológicas por parte de los productores, generar nuevos mapas territoriales de cultivos específicos, y respaldar operaciones de financiamiento y seguro, tanto públicas como privadas, agregó.
Asimismo, este tipo de acciones contribuye a un trabajo articulado entre las instancias de Ambiente y Agricultura de los países, con el fin de impulsar no solo una agricultura sostenible y adaptada al clima, sino también la promoción de sistemas alimentarios resilientes y la generación de servicios ecosistémicos de importancia para futuras generaciones.
Para el funcionario de FAO la declaratoria del Gobierno de Panamá, del pasado 31 de mayo, sobre la situación de emergencia ambiental es importante porque permite respuestas más ágiles ante escenarios complejos como los atrasos de ciclos de siembra o las pérdidas de cultivos por falta de agua.
Sin embargo, alabó que, desde febrero de este año, el Ejecutivo toma acciones, sistemas de alerta temprana, seguros y financiamiento agrícola, para evitar que las consecuencias sean mayores.
jf/ga