Desde Nepal, donde en las próximas horas emprenderá su regreso a El Salvador, Arrué afirmó en redes sociales que se siente agradecida por lo logrado, pese al azote extremo que sufrió su organismo.
‘Si uno no conoce realmente su cuerpo, llegás a la cumbre, pero no tenés energía para bajar’, relató la montañista, quien renunció a 800 metros de la cima (ocho mil 848 metros sobre el nivel del mar).
Vencedora de cumbres como el Aconcagua, Arrué llegó en abril pasado a Nepal con una subvención del gobierno de El Salvador para ser la primera persona de este país en coronar el Everest.
‘Hubiera sido diferente que por mi culpa, o por mis fuerzas o porque no estaba preparada. Pero no fue esa la situación, sino que por el clima. Si me gustaría intentarlo nuevamente’, enfatizó.
El clima fue particularmente adverso durante los ascensos de Arrué del campamento base hasta el Cuatro, sin una ventana en el clima que le garantizara, al menos, no perder alguna extremidad por el frío.
‘Ya en el Campo Cuatro estás en la zona de muerte, que ya son los ocho mil metros’, evoca Arrué, quien pasó noches sin dormir, por miedo a congelarse si dejaba de moverse.
Igual, reconoce que fue doloroso abandonar, porque estuvo a solo 12 horas de alcanzar la cumbre, pero ya estaba expuesta a vientos de 150 kilómetros por hora, que lejos de amainar se arreciaron.
La situación fue tal, que su ‘sherpa’ (guía) le dijo que si quería podían intentar alcanzar la cumbre, pero a riesgo de regresar sin la nariz o sin dedos.
Aún así, Arrué se siente agradecida de ser la salvadoreña que más lejos llegó en la conquista del Everest, también conocido como Sagarmatha, Qomolangma, Zhumulangma Feng o ‘El Techo del Mundo’.
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