Las condiciones para el aumento de los espacios en las distintas sociedades del mundo de corrientes extremistas de derecha tienen, entre otros, su caldo de cultivo en el empeoramiento de las condiciones de vida y los conflictos que compulsan el alza migratoria.
Además, dentro de los propios países del Viejo Continente, por ejemplo, se dispararon los índices de pobreza, a causa de la creciente crisis económica, en medio de un aumento de las tarifas energéticas y el cierre de fábricas que emigran a Estados Unidos.
Para Europa, donde países como los del Grupo de Visegrado (Polonia, República Checa, Hungría y Eslovaquia) cuentan o contaron con partidos de derecha extrema en el poder, una de sus divisas es el rechazo a la inmigración no europea y a entidades supranacionales de la UE.
De otro lado, el movimiento de extrema derecha y con visos xenófobos como el Vox en España, muestra capacidad para usar temas como el rechazo al aumento de la migración, en medio de una incipiente crisis económica-social.
España esta lejos de presentar las negativas consecuencias de la crisis energética como si ocurre en Alemania o Francia, pero se ve afectada de manera general por el alza de la electricidad y por la creciente llegada de foráneos del norte de África.
Tal situación se cuenta entre los factores que dieron condiciones idóneas para, finalmente, después de varios años de existencia, dejar su huella en el entorno político español.
Por su lado, el longevo Partido del Pueblo Suizo logró en 2015 un 29 por ciento de respaldo en las parlamentarias, en tanto en Suecia agrupaciones de esa corriente forman parte del ejecutivo.
Aunque ahora esta relativamente apagado, el xenófobo partido británico Ukip, que compulsó al entonces primer ministro David Cameron a arriesgarse con un plebiscito para la salida de la UE, logró en 2014 el 26 por ciento de los boletos de comicios generales.
Francia, cuna de la democracia, anida una cada vez más fuerte ultraderechista Agrupación Nacional, de Marine Le Pen, en la oposición en el Parlamento.
Pero Le Pen llegó a amenazar la reelección de Emmanuel Macron, en abril de 2022, al obtener más del 40 por ciento en un balotaje.
Para el experto euroasiático Leonid Savin, el reflote de la ultraderecha en Europa está dado por factores interconectados como la influencia de la agenda neoglobalista de Estados Unidos, incluido el papel del controvertido George Soros y sus fondos.
A ello se une el auge de la migración en África y Asia y la crisis del sistema político de la Unión Europea, pues se destruyen los principios fundacionales de la democracia en la forma en que la ven, precisamente, los propios europeos, consideró Savin.
DEL OTRO LADO DEL ATLÁNTICO
En Estados Unidos, el movimiento creado en torno a la figura de Donald Trump (el trumpismo), parece adquirir vida propia, más allá de su inspirador, para defender a ultranza el aborto, rechazar con acciones la inmigración y detener el liberalismo de la inclusión.
Brasil, con un presidente saliente como Jair Bolsonaro, tuvo la imitación del trumpismo casi calcada, incluido el asalto a sitios cruciales del poder del estado como el Capitolio y las sedes en Brasilia del Congreso, la Corte Suprema y el Gobierno.
Un repunte curioso lo constata el llamado Trump argentino, Javier Milei, de 52 años y máximo dirigente del movimiento La libertad avanza, que se presenta como posible artífice del fin de la inflación.
Este extravagante economista conecta con un público al que no le interesa debatir con argumentos, consideró Martín Tetaz, un diputado de centroderecha. Para The Economist, Milei supo sacarle más provecho en beneficio de su imagen al caos económico argentino.
Asimismo, en Chile preocupa, el fracaso de una Constituyente, formada por formaciones progresistas que apoyaron las manifestaciones contra el neoliberalismo y el gobierno de Sebastian Piñera, sustituido por Gabriel Boric, llevado al poder por la izquierda.
Los encargados ahora de redactar la nueva Carta Magna son representantes claros del revanchismo de la dictadura pinochetista.
Al respecto, el Barómetro de la Política CERC-MORI nombró un reciente estudio como Chile a la sombra de Pinochet, donde aparecen cifras preocupantes sobre el cambio de la sociedad en los criterios para analizar lo ocurrido durante los desmanes de la dictadura.
En 20 años, la apreciación de que el golpe del 11 de septiembre de 1973 fue la destrucción de la democracia para Chile, pasó de 62 por ciento en 2013 a 42 puntos en 2023.
Lo cierto es que la aparición, de una forma casi cíclica, de condiciones para el auge de agrupaciones de extrema derecha requiere de las fuerzas a favor del progreso de la búsqueda de un antídoto eficaz para mitigar su efecto en el orbe.
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