Esa entidad deploró que se concediera el aval, pese a las preocupaciones de varios países vecinos sobre el procedimiento y la falta de apoyo por parte de reconocidos expertos.
Según acotó, existen todavía problemas con la legitimidad del vertimiento al mar, la confiabilidad en el sistema japonés de purificación y su plan de monitoreo.
Urgió a Tokio a desarrollar el proceso con transparencia, de forma científica y segura, así como estable una red internacional de vigilancia que incluya, principalmente, a los estados más vulnerables ante el fenómeno.
Entre otros puntos, la Administración remarcó que la descarga de las aguas contaminadas de la estación nuclear de Fukushima guarda relación con el entorno marino y la salud pública a nivel global, tras mencionar sobre los propios planes de China para seguir de cerca el impacto de la operación.
La AIEA ayer dio el visto bueno a la propuesta japonesa para desechar el líquido residual, indicó que cumple con los estándares internacionales y no representa riesgo para la salud.
Pero además de China, dentro del mismo territorio nipón y varios gobiernos se pronunciaron en contra de la decisión de la agencia mundial.
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