Los firmantes de la Carta Abierta al Secretariado de LASA afirmaron que el documento surgió de una misiva suscrita por una veintena de miembros y una mayoría de no miembros, con un tono ajeno al respeto que pretende promover y que, si bien no tiene categoría de resolución, adopta una actitud unilateral.
Los intelectuales cubanos Aurelio Acosta, Miguel Barnet, Rafael Hernández, Nancy Morejón, Pedro Pablo Rodríguez y Ambrosio Fornet reconocieron también que el texto asume un tono aleccionador y extraño, después de varias décadas de diálogo y de ‘escucharnos mutuamente’.
Los autores manifestaron, asimismo, que el material no se discutió con los miembros de la Sección Cuba y que, de hacerlo, hubieran demostrado cómo el ejercicio de la libertad académica trascendió al intercambio de LASA con instituciones, investigaciones, profesores y artistas de todo el territorio nacional.
‘Habríamos podido explicar cómo, a lo largo de estos años difíciles, hemos trabajado para expandir el debate crítico de nuestros problemas, no solo en los medios académicos y culturales, sino en la sociedad civil y entre la ciudadanía cubana, en la isla y en Estados Unidos’, expresaron.
Según los firmantes, la oportunidad hubiera servido para la presentación de una mirada de ‘nuestras dificultades’ con la incorporación de lecciones aprendidas sobre democracia y soberanía desde la experiencia concreta de luchar por ambas, así como por un Estado de derecho, que la actual Constitución incorpora.
El mensaje, advierten, no sugiere que LASA abusó de sus prerrogativas, ni representa un consenso de la Sección Cuba, tampoco un ataque contra esa organización, resulta entonces un llamado a la comunicación constructiva, a evitar malos precedentes y guerras de pronunciamientos dañinos para los puentes culturales.
Los pensadores de la Isla señalaron que solo mediante la continuidad del diálogo, preservarán una colaboración histórica, ejemplo de democracia y respeto mutuo, y contribuirán a ‘la protección de las libertades y prácticas de los derechos humanos en el campo de la educación y de la cultura, aquí y allá’.
La Carta Abierta destaca cómo, durante más de cuarenta años, esa institución norteamericana contribuyó a la cooperación y el desarrollo de una confianza entre los dos lados, gracias a lo cual ocurrieron vínculos entre instituciones, universidades, fundaciones, centros de investigación, entre otros.
Su mérito, resalta, reside en evitar el cierre de esa ventana comunicativa y de entendimiento entre las sociedades civiles y la cultura de ambas orillas, desde la creación de un clima de libertad académica y el fomento de ciencias sociales y humanidades críticas y rigurosas.
Incluso, el rechazo al doble rasero y las precondiciones de la política de Estados Unidos contra Cuba constituyen premisas para intelectuales y artistas involucrados en ese intercambio e, igualmente, LASA favorece la continuidad de la presencia cubana y compensa las desventajas de esos patrones de Guerra Fría.
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