El pueblo laosiano fue víctima de esta mortífera munición hace más de cinco décadas e incluso hoy sigue afectada por las municiones sin detonar, ya que representan una grave amenaza para la vida y el sustento de nuestro pueblo, señaló en un comunicado la Cancillería local.
Laos, puntualiza el texto, hace un llamado a cualquier Estado o actor a que se abstenga de todo uso, producción, transferencia y almacenamiento de dichos explosivos, según lo prescrito en la Convención sobre Municiones en Racimo, para que nadie en el mundo sea víctima de un arma tan atroz.
Según anuncio días atrás el presidente Joe Biden, Estados Unidos enviaría bombas de racimo a Ucrania para emplearlas en el conflicto con Rusia, lo que desató de inmediato una ola de críticas y alertas de ONGs, organismos internacionales y varios países.
Expertos sostienen que a principios de la década de 1970 las tropas estadounidenses lanzaron más de 30 millones de municiones en racimo sobre Vietnam, Laos y Camboya, las cuales continúan causando víctimas en esos países.
Las llamadas bombas de racimo explotan en el aire sobre un objetivo, liberando decenas de explosivos más pequeños que presuntamente deberían estallar al impactar contra el suelo, pero algunos no explotan y crean un problema de seguridad para la población civil a largo plazo.
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