De acuerdo con los resultados, a través de resonancias magnéticas al cerebro de 230 menores obsesos entre ocho y 12 años fueron identificadas zonas ´hiperexcitadas´, la corteza orbitofrontal y la amígdala.
Tales áreas regulan las sensaciones de recompensa o castigo, y pautan los vínculos con la parte de las necesidades básicas como la comida.
Por tanto la hiperexcitación provoca un estado ansioso en estos niños y magnifica la autopercepción de sus cuerpos, explicaron los investigadores.
Esas afectaciones son iguales a las que padecen personas con la enfermedad genética de Prader-Willi, que produce un trastorno obsesivo, limita la capacidad intelectual y deviene en obesidad.
Sin embargo, los autores de la publicación declararon que el experimento no es concluyente sobre si la obesidad genera alteraciones cerebrales o son estas las que provocan la enfermedad de sobrepeso.
oda/ghp