El Ministerio de Relaciones Exteriores y Expatriados denunció en un comunicado “la política de sed de Israel contra el pueblo palestino”, que consideró parte de su estrategia de castigo colectivo.
Forma parte de una guerra abierta contra nuestros ciudadanos y de las medidas coloniales israelíes para acelerar la anexión gradual de Cisjordania, subrayó el texto.
La Cancillería resaltó que esa nación roba el agua en la Ribera Occidental y luego vende en pequeñas cantidades el líquido a los palestinos, lo cual provoca escasez, en especial en verano.
Asimismo, afirmó que Israel destruye embalses y pozos, y al mismo tiempo impide a los palestinos cavar en la tierra en busca de más agua mientras los colonos disfrutan de abundantes volúmenes durante todo el año.
La potencia ocupante “priva al pueblo palestino de sus derechos humanos y civiles más básicos y viola sus obligaciones internacionales”, destacó.
La Autoridad del Agua palestina denunció el pasado mes que la crisis en varias ciudades y pueblos cisjordanos es resultado de las políticas discriminatorias de Israel, que controla más del 85 por ciento de los recursos hídricos en el territorio.
Según diversos datos, el consumo de ese recurso por parte de los israelíes es seis veces superior al de los palestinos.
La crisis no se limita a la escasez de agua, sino también a la alta tasa de contaminación, expresó recientemente la agencia oficial de noticias Wafa.
Como ejemplo citó la situación en la franja de Gaza, donde 201,8 millones de metros cúbicos de agua disponibles para los palestinos no es apta para uso humano, en comparación con 246,6 millones que sí lo son.
Las autoridades estiman que más del 97 por ciento del líquido que se bombea desde la cuenca costera no cumple con los estándares de la Organización Mundial de la Salud.
Un reciente reporte del Instituto de Investigación Aplicada–Jerusalén también denunció que la situación en los territorios palestinos en materia hídrica y de saneamiento es catastrófica debido a las continuas violaciones israelíes.
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