De acuerdo con la vocera del Ministerio de Relaciones Exteriores, Mao Ning, esa supervisión no fue ordenada por la Junta de Gobernadores del órgano ni discutida completamente por los Estados miembros, es decir, «no es internacional ni independiente».
Según comentó, se trató de un pesquisa realizada por la consultoría técnica con el apoyo de la Secretaría que atiende la nación nipona.
«El mundo pide un acuerdo internacional de vigilancia que cuente con la participación plena y sustantiva de los países vecinos de Japón y otras partes interesadas y que siga siendo eficaz a largo plazo, así como un plan de vigilancia detallado que abarque aspectos tales como las categorías de radionucleidos, la frecuencia, las ubicaciones, el alcance y la presentación de informes», enfatizó.
La portavoz cuestinó los resultados del informe, subrayó que ninguna vigilancia podría interpretarse como un respaldo a la descarga oceánica e instó a no darle legitimidad o legalidad a esta acción.
«Japón debe dejar de inmediato de trasladar los riesgos de contaminación nuclear a todo el mundo», enfatizó la vocera.
Hasta el momento Tokio ha descargado unas siete mil 800 toneladas de agua contaminada con armas nucleares en el mar.
El documento de la OIEA confirmó niveles seguros de tritio en el área del océano Pacífico donde se está vertiendo el agua tratada de Fukushima.
En repetidas ocasiones Beijing ha mostrado su descontento con el plan de descarga al océano por considerarlo irresponsable y falto de supervisión adecuada.
De hecho, China suspendió todas las importaciones de productos acuáticos, incluidos los comestibles, provenientes de Japón.
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