Con ello pretenden contribuir al desarrollo de sistemas de salud resilientes y a la recuperación de los logros en salud pública que se vieron erosionados durante la pandemia.
Los expertos destacaron el profundo impacto de la Covid-19 en la disponibilidad, distribución y calidad del personal sanitario, así como el alto grado de inestabilidad de las condiciones de trabajo, la falta de apoyo psicosocial y las repercusiones en la salud mental y el bienestar del personal de este sector.
La pandemia también puso de manifiesto un déficit crónico y una mala distribución de los recursos humanos para la salud en las Américas, así como la falta de inversión en su formación y desarrollo profesional.
A lo largo de los dos primeros años los trabajadores sanitarios informaron de problemas relacionados con su salud mental y bienestar, así como del estigma social, la violencia y la falta de redes de apoyo, y reportaron altas tasas de depresión, pensamientos suicidas y malestar psicológico.
La Política sobre el personal sanitario 2030: Fortalecimiento de los recursos humanos para la salud a fin de lograr sistemas sanitarios resilientes, esboza una serie de acciones con ese objetivo.
Entre ellas, promover unas condiciones de trabajo dignas, la protección de la salud física y mental de los trabajadores sanitarios y una oferta adecuada de recursos humanos para la salud mediante la financiación y la regulación.
También reforzar la formación de equipos interprofesionales y su integración en redes de servicios sanitarios integrados basados en la atención primaria, y mejorar la capacitación de la fuerza de trabajo para abordar las prioridades de salud de la población y apoyar la preparación y respuesta ante emergencias.
La OPS comunicó que brindará cooperación a los Estados Miembros para la implementación de la política y sus líneas estratégicas de acción.
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