Originario de La Habana, el intérprete inició su carrera artística como cantante en un trío junto a Cheo e Ignacio Herrera. En esta etapa recibió influencias de varios soneros, entre ellos, su amigo Enrique Vinajera, quien le inculcó su pasión por la guitarra y que ejecutó por primera vez en 1939.
Reconocido como uno de los fundadores del movimiento filin, Portillo de la Luz despertó en su público las más sublimes emociones a través de este género y de la inmensidad de sus textos, reflejo inevitable de su admiración por las féminas.
De ese sentimiento surgieron Contigo en la distancia, Tú mi delirio y Dime si eres tú, atractivas líricas que enaltecieron su figura, símbolo de la canción cubana en el mundo.
Realidad y Fantasía, Noche cubana, Sabrosón, Canción de un festival, Canto a Rita, y Estampa Bohemia, por solo mencionar algunas, prestigian el catálogo del virtuoso, inspiración de intérpretes que emplearon sus voces para inmortalizar sus armonías.
Figuran entre ellos Nat King Cole, Lucho Gatica, Pedro Vargas, Fernando Fernández, Luis Mariano, Luis Miguel, Plácido Domingo, Caetano Veloso, María Bethania y Osdalgia Lesmes.
Además del lauro que otorga el público, la Academia de las Artes y las Ciencias de la Música lo enalteció en 2004 con el Premio Latino a Toda Una Vida, en una ceremonia efectuada en el Palacio Municipal de Congresos de Madrid, España, y ese mismo año recibió el Premio Nacional de Música.
Luego de su partida física, el 4 de mayo de 2013, la compositora cubana Marta Valdés escribió: «Sin apenas moverse del paisaje donde nació, creció y permaneció hasta el último día de su vida terrenal, el artista irradió una señal prodigiosa. Probablemente no existe sitio en este planeta donde no sonara alguna vez una de sus melodías».
César Portillo de la Luz permanece en la memoria de su pueblo, sus obras iluminan el sendero de la música cubana y con un estilo muy personal de reflejar emociones labró la historia de un género tan especial como su existencia misma.
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