“Sospechamos que esa alteración puede tener consecuencias a largo plazo para la salud reproductiva», alertaron los investigadores de la Universidad de Rutgers en Estados Unidos, citados por la revista Environmental Health Perspectives.
Los contaminantes provenientes de la quema de combustibles fósiles interfieren con la actividad hormonal prenatal, lo que afecta el desarrollo reproductivo, subrayan los expertos.
Descubrieron que algunos de ellos pueden alterar negativamente la distancia anogenital, una medida de la exposición prenatal a las hormonas.
Los investigadores identificaron un vínculo entre la exposición a la contaminación atmosférica durante periodos clave del desarrollo y la distancia anogenital.
“A una mayor exposición a PM2,5 durante la llamada ventana de programación masculina, al final del primer trimestre, cuando el feto masculino suele recibir una oleada de hormonas, se asoció a una menor longitud anogenital al nacer”, ejemplificaron los científicos.
Observaron que un mayor nivel de PM2,5 durante la minipubertad, periodo de la primera infancia en el que la producción hormonal es elevada, se asociaba a una menor distancia anogenital en los varones al año de edad.
En opinión de los investigadores puede haber múltiples momentos durante el desarrollo temprano en los que el sistema reproductor puede ser vulnerable a los efectos de los contaminantes atmosféricos.
Las PM2,5 -alertaron los especialistas- pueden transportar metales como el cadmio y el plomo, conocidos disruptores endocrinos, y cuando estos interfieren con las hormonas del cuerpo, el resultado podría ser un impacto de por vida en la salud, desde riesgos de cáncer hasta una capacidad mermada para concebir un hijo.
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