La cita, del 30 de noviembre al 12 de diciembre, acogerá una cumbre de líderes de ese bloque que analizará el actual contexto medio ambiental y trasladará pautas a los negociadores de los acuerdos globales, que se aprueben y deriven en políticas nacionales para un desarrollo adaptado al clima. La ministra de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, Elba Rosa Pérez, informó recientemente que Cuba asistirá con una amplia delegación, integrada por representantes de organismos de la administración central del Estado, dada la responsabilidad que asume ante el G77+Chna, el espacio de concertación que agrupa a la mayor cantidad de países.
También por primera vez tendrá un Pabellón en el que expondrá sus principales resultados en materia de adaptación, reducción de vulnerabilidades y utilización de la ciencia para generar conocimiento propio con una dimensión local.
Asimismo, expondrá sus logros en la disminución de la emisión de gases de efecto invernadero, asociada a la eficiencia energética y el uso adecuado del financiamiento climático.
Comentó que la agenda de la COP28 incluirá un foro dedicado a naturaleza y salud por el impacto que tienen estos temas en las finanzas, igualdad de género, uso de la tierra, alimentación, agua y agricultura.
Pérez Montoya destacó el complejo escenario internacional en el que se desarrollará la Cumbre por la concurrencia de varias crisis globales y por el poco avance en relación con el Acuerdo de París adoptado en 2015, con muchos de sus temas sin una implementación concreta, pese a que las evidencias de los efectos del cambio climático son muy serias.
La COP28 se enfrentará a la postura poca constructiva de los países ricos, los más contaminantes del medio ambiente por ser los mayores emisores históricos de gases de efecto invernadero, y los más reacios a materializar el fondo de financiamiento para el clima, la transferencia tecnológica y la creación de capacidades para ayudar a naciones en desarrollo.
Asimismo, hará la primera evaluación global del Acuerdo de París, tema rechazado por las grandes potencias encabezadas por Estados Unidos, porque no quieren que se analice lo incumplido, en un año en que el presupuesto financiero para enfrentar el cambio climático disminuye un 15 por ciento.
No obstante, la COP28 es una oportunidad crucial para tomar el rumbo correcto y acelerar la acción para afrontar la crisis climática, teniendo en cuenta los récords de temperaturas a nivel mundial y los fenómenos temporales extremos que afectan a la población del planeta, y trazar el plan de acción para reducir las emisiones de forma drástica y proteger vidas y sustentos.
Expertos de Naciones Unidas aseguran que la ciencia es clara: para mantener un clima soportable, se debe reducir cuanto antes la producción de carbón, petróleo y gas y triplicar la capacidad de energía renovable (eólica, solar, hidráulica y geotérmica) para el año 2030.
Al mismo tiempo, se requiere de un aumento sustancial de la financiación para la adaptación e inversión en resiliencia climática, una problemática decisiva actual.
Sobre esa urgencia, el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, considera que en la medida que la realidad del caos climático golpea a comunidades de todo el mundo con inundaciones, incendios y sequías cada vez más feroces, el abismo entre la necesidad y la acción es más amenazador que nunca.
«Esto significa que la COP28 debe ser un claro punto de inflexión. Los gobiernos no sólo deben acordar cuales son las medidas climáticas más enérgicas que se adoptarán, sino también empezar a mostrar exactamente cómo llevarlas a cabo.»
npg/crc