Tal crecimiento en la expectativa de vida emergió después de caer durante la pandemia de Covid-19.
Antes de la crisis sanitaria, en 2019, la esperanza era de 76,2 años.
En 2020, inicio de la pandemia, cayó a 74,8 años y, al calendario siguiente, sufrió otro desplome, quedando en 72,8. Con el fin de la pandemia, subió al nivel actual.
Tales cifras son muy inferiores a las proyecciones iniciales antes de la crisis de salud en el país y con base en datos disponibles en la época, que eran del Censo Demográfico de 2010.
Ante la pandemia y la actualización de las estadísticas a partir del Censo de 2022, el IBGE rehízo todos los cálculos de las llamadas Tablas de Mortalidad.
Según Luiz d’Albuquerque, asistente técnico de comunicación del IBGE, fue necesario recalcular los pronósticos anteriores para entender el escenario real de la demografía de la nación, especialmente en los años de pandemia.
Las augurios siempre tuvieron buenos resultados para fines de seguimiento demográfico.
Hasta la llegada de la pandemia, las proyecciones no quedaron muy lejos de la demografía real. Pero, como no era posible prever la crisis sanitaria, las cifras quedaron más distantes de lo que los cálculos permitían considerar.
La deducción de la perspectiva de vida por año de nacimiento es una proyección y apunta cuál es para los brasileños que nacieron en 2022.
«En otras palabras, se espera que un recién nacido en 2022 viva, en promedio, 75,5 años», explica el IBGE.
La expectativa de vida sintetiza toda la experiencia de mortalidad que una persona promedio va a tener a partir de esa edad.
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