Este padecimiento es causado por parásitos que se transmiten mediante la picadura de insectos hembra infectados, y en su forma más común, la cutánea, provoca úlceras con forma redonda o nódulos en la piel.
La enfermedad es endémica en 18 países de la región, siendo las personas en situación de pobreza de áreas tropicales de difícil acceso y remotas quienes corren mayor riesgo.
Actualmente en el área, los pacientes con leishmaniasis cutánea reciben en su gran mayoría el tratamiento sistémico, que consiste en una serie de inyecciones intravenosas durante 20 días.
A pesar de su eficacia, puede traer efectos secundarios como la alteración de funciones renales y hepáticas, además de arritmias.
Desde septiembre de 2022, la OPS actualizó las directrices para el tratamiento de las leishmaniasis, que incluyen terapia local para tratar los casos de la enfermedad cutánea sin mayores complicaciones con el medicamento antimoniato de meglumina y el uso de termoterapia.
Esta técnica genera ondas de alta frecuencia que se aplican localmente sobre toda la lesión a una temperatura de 50 grados centígrados por un período de 30 segundos.
El tratamiento consiste en una única sesión, lo que genera ahorros en costos de atención y tratamiento para el sistema de salud, las personas afectadas y sus familias.
Según los expertos, cuanto más temprano se busca atención y menos avanzada está la enfermedad, mayor será la posibilidad del paciente de optar por esta alternativa de tratamiento.
La leishmaniasis es una de las más de 20 enfermedades tropicales desatendidas que la Organización Mundial de la Salud y la OPS buscan prevenir, controlar, eliminar o erradicar para 2030.
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