La entidad subrayó no acercarse a áreas de los domos, ni permanecer cerca ni dentro de las barrancas del complejo, tampoco del flujo de lava, y aconsejó cubrirse la boca y nariz con mascarilla, así como mantener las puertas y ventanas cerradas.
Aunque por el momento las autoridades descartaron daños que lamentar, el Instituto Nacional de Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología (Insivumeh) advirtió que la ceniza podría alcanzar el municipio Salcajá y el departamento Totonicapán.
La actividad del volcán Santiaguito está en un nivel elevado por lo que los flujos piroclásticos alcanzarían hacia el suroeste, sur y sureste distancias iguales o mayores a 20 kilómetros.
El Insivumeh supervisa además la actividad eruptiva del de Fuego (situado entre los departamentos de Sacatepéquez, Escuintla y Chimaltenango) y el coloso de Pacaya (en el municipio de Amatitlán, de esta capital, y el San Vicente Pacaya, Escuintla).
Los volcanes cubren gran parte de la geografía de este país por la localización en el Cinturón de Fuego del Pacífico, con al menos 324 de estas estructuras.
El Instituto Geográfico Nacional (IGN) destaca únicamente 32, la Federación Nacional de Andinismo refiere que son 37, mientras que el Insivumeh considera los 287 restantes “focos eruptivos”.
El de Fuego es el más activo de América Central, tiene una altura de tres mil 763 metros sobre el nivel del mar y se encuentra descubierto por arriba de los mil 300.
Este pervive como el escenario de una catástrofe inimaginable, ocurrida el 3 de junio de 2018, su mayor erupción en el nuevo milenio.
Sus columnas de ceniza alcanzaron entonces los 10 mil metros de altura sobre el nivel del mar, lo cual dejó 300 personas muertas, 200 desaparecidas y 600 heridos; así como dos millones de habitantes perjudicados.
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