De acuerdo con un análisis del Observatorio del Crimen Organizado, Ecuador se encuentra entre las naciones más violentas en América Latina con una tasa de 45 muertes por cada cien mil habitantes.
El informe lamentó que, en los últimos 12 meses, los ciudadanos aquí han presenciado hechos violentos que van desde el asesinato de un candidato presidencial hasta múltiples masacres, entre ellas, la de una familia entera, incluyendo niños.
En 2022, los homicidios ocuparon el cuarto lugar, detrás de enfermedades cardíacas, la diabetes y enfermedades cerebrovasculares. Sin embargo, con las cifras actuales, se proyecta que se convertirá en la segunda causa de muerte.
Según el Observatorio, durante 2019 en el país inició un proceso de atomización del crimen organizado, con un mayor número de organizaciones criminales transnacionales como el Cartel de Sinaloa y las redes balcánicas buscaron establecer negocios vinculados al narcotráfico.
Por otro lado, la pandemia de la Covid-19 generó una problemática adicional en el entorno criminal ecuatoriano pues las restricciones de movilidad y el confinamiento modificaron las plazas y el control territorial de organizaciones más pequeñas.
El recién electo presidente Daniel Noboa, anunció durante su campaña electoral una estrategia para detener la violencia, denominada Plan Fénix, que consiste en crear una central única de inteligencia; equipar con armas, y tecnología a la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas; y también militarizar puertos y fronteras.
Sin embargo, ante las circunstancias en el país, crecen las exigencias a la actual administración y existen pocas luces sobre cómo en la práctica el joven mandatario encauzará tamaños problemas que, como afirman analistas y ciudadanos, son imposibles de resolver en poco más de un año.
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