Inicialmente programados para el 24 de julio, los actos y marchas fueron anticipados para este sábado por la campaña Fuera Bolsonaro ante recientes revelaciones en una comisión investigadora del Senado sobre la pandemia (CPI) que vinculó al gobernante con la acusación de corrupción en la compra de Covaxin, la vacuna india antiCovid-19.
Convocadas por los frentes Brasil Popular y Povo Sem Medo (Pueblo sin Miedo), y respaldadas por organizaciones sociales y sindicales, partidos y líderes políticos, las protestas, denominadas en esta ocasión #3J, responsabilizaron a Bolsonaro por el genocidio promovido en el país.
La de este sábado fue la tercera movilización consecutiva (hubo el 24 de mayo y 19 de junio) en menos de dos meses, lo cual refleja el descontento de la población con las acciones del Gobierno federal ante la crisis sanitaria, social y económica.
En las manifestaciones se apoyó además la labor de la CPI y se requirió una mayor aceleración en la inoculación masiva contra el coronavirus SARS-CoV-2, causante de la Covid-19, así como la devolución de la ayuda de emergencia de 600 reales (unos 106 dólares).
Las mayores movilizaciones se registraron en las ciudades de Río de Janeiro, Sao Paulo, Recife, Fortaleza, Porto Alegre y también fueron muy numerosas en cientos de otras urbes.
Según los organizadores, los actos de #3JForaBolsonaro elevaron las voces para que el mandatario sea condenado por genocidio en un tribunal internacional.
El portal Rede Brasil Atual aseguró que, en al menos 314 ciudades, 41 en el extranjero, las manifestaciones en defensa de la vida y por el impeachment (juicio político) de Bolsonaro comenzaron en Europa, incluso, antes de que saliera el sol en Brasil.
Ciudades como Múnich, Berlín y Friburgo, en Alemania; Ámsterdam, Dublín, Viena y Ginebra, así como Coimbra, Aveiro, Oporto y Lisboa, en Portugal, se vieron marcadas por las protestas, indicó el sitio.
Denunció que, desde el inicio de la pandemia, en marzo de 2020, el exmilitar negó la ciencia, promovió y fomentó las aglomeraciones, difundió mentiras sobre el virus y rechazó el uso de mascarillas.
Posiblemente, evitó adoptar medidas ante irregularidades en la adquisición de antígenos para combatir el patógeno que hasta la fecha cobró más de 520 mil vidas y se acerca a los 19 millones de infectados.
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