Por Julio Morejón Tartabull
Redacción de África y Medio Oriente
Culmina el año, pero persiste el conflicto que a criterio de expertos y dirigentes políticos dejó de ser el «castigo» por los sucesos del pasado 7 de octubre, para transformarse en una gran masacre contra los civiles gazatíes.
Esa no fue una supuesta respuesta sionista a la sorpresiva Tormenta de Al Aqsa, operación del Movimiento de la Resistencia Islámica (Hamás) en territorio hebreo, toda vez que desde hace tiempo Tel Aviv planificaba el aniquilamiento árabe.
El genocidio contra Gaza comenzó aquel Sabah -denominación judía- y en pocas semanas multiplicó por 10 las bajas causada por Hamás a su contendiente, lo cual mostró su carácter acción desproporcionada en respuesta al ataque inicial.
Para finales de año, la cifra de civiles muertos superaba los 22 mil y 60 mil la cantidad de heridos, tras bombardear al enclave palestino con alrededor de 18 mil toneladas de explosivos. Algunas fuentes aseguraron el 29 de diciembre que los ataques sionistas causaron 21 mil 320 muertes y 55 mil 603 lesionados desde el inicio el 7 de octubre de la operación ofensiva Espadas de hierro. “Según la organización humanitaria Euro-Med Monitor, la cifra total de muertos sería más alta: 23 mil 012 palestinos, entre ellos nueve mil 77 niños”, citó elindependiente.com, y añadió que se calculaba unos 60 mil lesionados.
Estadísticas del Fondo de ONU para la Infancia y de Save the Children también cifraron en más de ocho mil menores de edad gazatíes muertos en los dos primeros meses de bombardeos.
Evidencias del crimen resultaron los ataques a hospitales, escuelas, centros de refugiados y sedes de organizaciones humanitarias, y a eso se sumaron los cortes de energía eléctrica, combustibles y el suministro de agua.
La estrategia no fue solo eliminar a las células de la Resistencia Islámica, sino barrer toda rebeldía actual y futura árabe por recobrar el territorio usurpado desde hace 75 años y con lo cual Israel anuló la decisión de disponer de un Estado palestino.
En noviembre de 1947, la Asamblea General de la ONU aprobó la partición del territorio bajo el mandato británico, a lo que sucedió la guerra hasta 1949 y la construcción del Estado árabe quedó en suspenso. En 1948 Israel creó el suyo.
DESDE LA NAKBA
Tras la primera guerra árabe-israelí (1947-1949), Tel Aviv aplicó un guion fascista de desalojo territorial y despojo de bienes palestinos, similar al usado por los nazis durante el Holocausto (1941-1945) contra los judíos en Alemania y la Europa ocupada.
La Nakba (Tragedia) constituyó un crimen de lesa humanidad al desplazar por la fuerza a la población civil de su hábitat, lo que intentó reeditar Israel en 2023 contra los residentes de la Franja de Gaza con bombardeos aéreos y ataques terrestres.
El sur del enclave se transformó en un paisaje ruinoso, mientras que el ejército sionista preparaba su ofensiva hacia el norte, donde se halla la importante ciudad de Khan Yunis, devenida objetivo en la segunda fase de la agresión.
En la primera fase ofensiva un tercio de la ciudad de Gaza fue destrozada por Israel, el 40 por ciento de sus viviendas impactadas severamente, demolió 47 mezquitas y dañó tres iglesias; afectó a más de 200 mil edificaciones, de las cuales 32 mil 500 quedaron inhabitables, 203 escuelas sufrieron deterioro considerable y 45 resultaron totalmente destruidas.
La administración judía –que se presentaba como islote de la cristiandad en tierras del Islam- mutó por el canal del sionismo a ser instrumento de los intereses más reaccionarios del capital occidental en una región de gran riqueza petrolera.
Eso también explica el respaldo de Estados Unidos a Tel Aviv, al vetar en un par de ocasiones ante el Consejo de Seguridad de la ONU, dos resoluciones con cariz humanitario para garantizar apoyo a la población civil gazatí.
Durante este diciembre, la Franja recibió exiguas cantidades de provisiones y recursos de auxilio, insuficientes según las demandas hechas por las agencias de Naciones Unidas y otras entidades humanitarias. Mientras, en el enclave palestino las masacres fueron masivas.
CISJORDANIA Y JERUSALÉN ESTE
La Margen Occidental está rodeada por un severo cerco policial, mientras que las protestas contra el genocidio cobraron fuerza en solidaridad con los connacionales atrapados en la Franja.
Medios de prensa informaron que tropas ocupantes atacaron –al cierre del 2023- a ciudadanos en localidades de Jenin, Belén y Tulkaren, así como continuó la usurpación de zonas por colonos, respaldados por la doctrina gubernamental basada en el hurto.
Las tropas de ocupación asesinaron a 314 ciudadanos en la Margen Occidental desde inicio de la guerra en Gaza y por esa manifiesta tendencia criminal el primer ministro palestino, Mohammed Shtayyeh, le identificó como Estado proscrito.
“Save the Children argumenta que 2023 es el año con más niños palestinos muertos a manos de Israel en Cisjordania”, título que repercutió en la prensa europea al informar sobre la situación infantil en esa región árabe.
Asimismo, la cifra de palestinos detenidos por las fuerzas israelíes en Jerusalén Oriental y Cisjordania desde el 7 de octubre sobrepasó los 500 en franca violación de sus derechos con el tradicional uso del arresto administrativo.
Jerusalén Este, donde Israel trata de imponer una falsa legitimidad mediante la usurpación territorial, destrucción de viviendas y terror psicológico, sufrió nuevamente este año la transgresión contra centros de culto.
El portavoz presidencial palestino, Nabil Abu Rudeina, alertó sobre la escalada de violencia en Medio Oriente por sus continuos asaltos de las fuerzas sionistas a la mezquita de Al Aqsa y sus alrededores.
“Los ataques diarios contra los lugares santos y los fieles durante el Ramadán, mes sagrado para los musulmanes, son acciones inaceptables que inflamarán la región y la arrastrarán al abismo”, afirmó el funcionario.
La comunidad mundial podría hacer más e insistir en que prevalezca la justicia contra el fascista eje Tel Aviv-Washington.
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