Según trascendió en la prensa, Austin fue internado desde el pasado 1 de enero y estuvo incluso en cuidados intensivos; sin embargo, ni el presidente Joe Biden, ni el secretario de Estado Antony Blinken, ni el asesor de Seguridad Nacional Jake Sullivan, ni otros altos funcionarios militares lo sabían.
A la subsecretaria de Defensa Kathleen Hicks se le transfirieron algunos poderes de Austin la semana pasada, pero tampoco estaba al tanto de la condición de su jefe hasta el 4 de enero.
La víspera el Departamento publicó un comunicado en su página oficial en el que prometió actualizaciones y una declaración del secretario de prensa del Pentágono, mayor general Pat Ryder, indicó que Austin continúa en el centro médico, “se está recuperando bien y de buen humor”.
Añadió que el secretario “reanudó sus funciones el viernes por la noche” y que monitorea “las operaciones diarias del Departamento de Defensa en todo el mundo”.
Además, señaló que habló «con el presidente Biden. También ha estado en contacto con la subsecretaria de Defensa Kathleen Hicks, el presidente del Estado Mayor Conjunto, general CQ Brown, Jr., y el alto mando”.
El portavoz subrayó que “si bien no tenemos una fecha específica para su salida (del hospital) en este momento, continuaremos brindando actualizaciones sobre el estado del Secretario a medida que estén disponibles”.
Por su parte Austin admitió que entiende «las preocupaciones de los medios sobre la transparencia” y afirmó que asume toda la responsabilidad por las decisiones tomadas sobre el tema de la divulgación de lo sucedido. «Estoy muy contento de estar mejorando y espero regresar pronto al Pentágono», enfatizó.
El secretario de Defensa, de 70 años, fue hospitalizado en el Walter Reed tras sufrir complicaciones después un procedimiento médico electivo menor, de acuerdo con los reportes.
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