De acuerdo con los expertos, esta es la patología hepática más frecuente en el mundo, que afecta cerca del 24 por ciento de la población global, y a menudo también causa cierto estigma entre las personas que la padecen.
El trabajo, realizado por investigadores de instituciones españolas y chilenas, abre nuevas vías para identificar este proceso en pacientes y diseñar novedosas estrategias para prevenir la progresión de la enfermedad.
Una de las características del hígado graso es la gran concentración de gotas de lípidos que se acumulan en las células del órgano.
Nuestros descubrimientos revelan que el ejercicio aeróbico —es decir, una actividad física moderada prolongada en el tiempo—, ayuda a metabolizar las grasas porque reduce el tamaño de las gotas de lípidos y, por tanto, la gravedad de la enfermedad, apuntaron los autores del estudio.
Así pues, las demandas de energía inducidas por el ejercicio determinan cambios regulados en las relaciones físicas y funcionales entre las gotas de grasa y las mitocondrias, los orgánulos celulares que aportan energía al metabolismo, añadieron.
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