Por Isaura Diez
Corresponsal jefe en China
La Asociación Económica Integral Regional (RCEP, por sus siglas en inglés) entró en vigor el primer día de 2022 y solo en ese año el comercio entre China y los otros miembros aumentó un 7,5 por ciento interanual hasta los 12,95 billones de yuanes (unos 1,82 billones de dólares estadounidenses), según datos oficiales.
Además de China, de la RCEP forman parte Australia, Corea del Sur, Japón y Nueva Zelanda, así como los 10 países de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean): Myanmar, Brunéi, Camboya, Filipinas, Indonesia, Laos, Malasia, Singapur, Tailandia y Vietnam.
En conjunto, cubren alrededor de 30 por ciento de la población mundial y un porcentaje similar del volumen económico y comercial global.
La India decidió no sumarse al tratado por motivos de “interés nacional”, pero mantiene la posibilidad de ser incluida si acepta los términos de la Asociación.
El alcance arancelario del RCEP es más ambicioso que el de los acuerdos comerciales bilaterales existentes en la región, ya que elimina más del 90 por ciento de aranceles de los bienes intercambiados.
Ese tratado busca incrementar el valor agregado de los productos manufacturados en los países miembros, estipula mecanismos para la resolución de disputas entre las naciones e incluye protecciones en materia de propiedad intelectual.
Tambièn introduce capítulos sobre inversiones, comercio de bienes y servicios y reglas para el desarrollo del comercio electrónico, lo que se espera contribuya al crecimiento del comercio digital, de los sectores financieros, telecomunicaciones, transporte y turismo.
Para el gobierno chino, ese acuerdo comercial ayudará a hacer frente a los riesgos y desafíos ante el proteccionismo.
Por otro lado, representa un acceso a más mercados de importancia para una màs ràpida recuperación económica, así como un triunfo político y diplomático de Beijing por el fortalecimiento de su influencia en Asia, en medio del diferendo comercial y tecnológico que libra con Estados Unidos.
UNA MIRADA A ACUERDOS ANTERIORES EN ASIA-PACÌFICO
Japón propuso en 2004 la denominada Comprehensive Economic Partnership in East Asia (Cepea), antesala del RCEP.
No fue hasta dos años más tarde que Beijing le otorgó mayor prioridad a la iniciativa ante los cambios que se registraban en la zona y abogó por una asociación entre los miembros de la Asean más China, Corea del Sur, Japón, Australia y Nueva Zelanda y luego se incorporaría la India a petición de Tokio.
La Asean tiene una población total de más de 649 millones de personas, alrededor de 8,5 por ciento de la población mundial.
RCEP busca ampliar y profundizar el compromiso actual de los tratados de libre comercio existentes en el marco de Asean+1 (mecanismo de cooperación de la Asean con China, Japón y Corea del Sur de forma separada).
Su objetivo también es afianzar el mecanismo de intercambio que estableció con esos mismos tres países, pero de forma simultánea (Asean + 3).
En 2009, la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático firmó tratados de libre comercio con Australia y Nueva Zelanda para cubrir el cambio de mercaderías, servicios, inversiones, finanzas, telecomunicaciones, comercio electrónico, movimiento de personas, propiedad intelectual, política de competencia y cooperación económica.
Por otro lado, la balanza comercial entre la Asean e India se acercaba a los 40 mil millones de dólares en 2008, por lo que un año más tarde ambas partes firmaron un acuerdo que contemplaba el 95 por ciento de los productos y arrancaba con un primer recorte de aranceles, seguido de otro en 2010.
Esos tratados y acuerdos entre los diferentes actores regionales e internacionales ofrecen una mayor perspectiva sobre el contexto de 2012, cuando iniciaron las negociaciones del RCEP.
La Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) también alcanzó una prominencia mayor en la región.
Se trata de una organización intergubernamental que se fundó en Shanghai el 15 de junio de 2001 y está integrada actualmente por nueve Estados (China, India, Kazajstán, Kirguistán, Rusia, Pakistán, Tayikistán, Irán y Uzbekistán), Estados observadores interesados en adherirse como miembros de pleno derecho (Afganistán, Belarús y Mongolia) y seis “Asociados en el Diálogo” (Armenia, Azerbaiyán, Cambodia, Nepal, Sri Lanka y Turquía).
Durante los ùltimos 19 años, los miembros de la OCS firmaron varios documentos en materia de cooperación comercial y económica multilateral, así como un acuerdo intergubernamental para facilitar el transporte internacional por carretera, lo que ha generado avances en la integración económica regional, el comercio y la inversión.
Según el sitio ruso Sputnik, el bloque ya acumula más de un cuarto del producto interno bruto (PIB) global, casi un tercio de la cobertura territorial y la mitad de la población mundial.
En la XVIII Reunión del Consejo de jefes de Estado de la Organización de Cooperación de Shanghai (2018), el presidente chino, Xi Jinping, sugirió “construir un motor fuerte para el desarrollo común y la prosperidad”.
El paquete propuesto para ese objetivo incluyó el establecimiento de un mecanismo de crédito especial equivalente a 30 mil millones de yuanes (cuatro mil 700 millones de dólares) dentro del marco del Consorcio Interbancario de la OCS.
Mientras, en la última década, Asia Oriental y el Sudeste Asiático experimentaron un enorme crecimiento en cuanto a la cantidad de Acuerdos Comerciales Preferenciales (ACP) o tratados de libre comercio, negociados y concluidos sin en la historia del regionalismo mundial.
Otro antecedente importante que facilitó la firma del RCEP consistiò en la campaña de internacionalización del yuan, inicidada en 2009 por el gobierno chino que se materializó en 2015 cuando lo admitieron como moneda de reserva en el Fondo Monetario Internacional y como parte de la cesta monetaria.
UN CATAALIZADOR IMPORTANTE
Las negociaciones para el RCEP recibieron otro impulso después que el expresidente estadounidense Donald Trump ordenara la salida de Estados Unidos del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP).
Ese proyecto abrigaba un ambicioso tratado de libre comercio para ambas orillas del Pacífico que el gobierno de Barack Obama concebía como el pilar económico para apuntalar la influencia de Washington en la región.
Tras esa debacle, la iniciativa del RCEP contó con una mayor anuencia de Japón, por ejemplo, ya que el ex primer ministro Shinzo Abe había manifestado su intención de establecer una alianza superior si el TPP no avanzaba.
Por otro lado, la desaceleración generalizada entre las economías asiáticas, a causa de la guerra comercial entre las dos principales economías del mundo terminó de suministrar el incentivo necesario para que las negociaciones llegaran a buen puerto.
ACUERDO FLEXIBLE
Una diferencia entre el RCEP y el TPP radica en la manera de enfrentar la diversidad que caracteriza a los miembros de ambos procesos.
La Asociación Económica Integral Regional la concibieron como una iniciativa flexible, que toma en cuenta los distintos niveles de desarrollo de sus participantes.
Se trata de un elemento importante, porque las naciones del sudeste asiático también presentan debilidades como diferencias en el desarrollo de sus miembros, población que envejece y/o débil capacidad institucional.
Otros factores negativos son la alta dependencia del comercio con China, la elevada competencia en manufacturas e inversiones, así como mercados financieros vulnerables.
RELACIÒN ASEAN-CHINA MÀS FORTALECIDA
China y la Asean aprobaron en noviembre de 2018 la histórica Visión de Asociación Estratégica China-Asean 2030, que señala la futura dirección para el desarrollo de vínculos a largo plazo.
Bajo esa visión, ambas partes trabajan para alinear la iniciativa de la Franja y la Ruta propuesta por China en 2013, con el Plan Maestro de Conectividad de la Asean 2025.
La Asean resultò el mayor socio comercial de China en los primeros 11 meses de 2023 y el comercio total entre las dos partes alcanzó los 5,8 billones de yuanes (unos 817 mil millones de dólares), según la Administración General de Aduanas.
Cheang Vannarith, presidente del Instituto de Visión Asiática en Cambodia, apuntó que el gigante asiático es la locomotora de la economía regional y el pacto comercial de RCEP integrará aún más la red de cadena de suministro entre este país y la Asean.
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