“Les prometo esto: conmigo en 1600 Pennsylvania Avenue, nadie pondrá un dedo sobre sus armas de fuego, tal como ocurrió durante cuatro años cuando yo era su presidente”, fue el compromiso del exmandatario la víspera en un evento de la Asociación Nacional del Rifle (NRA) en Harrisburg, Pensilvania.
Trump, señalado como un miembro destacado de la NRA, adelantó que adoptará protecciones más fuertes para los derechos de la Segunda Enmienda -que permite por la Constitución a los estadounidenses portar un arma de fuego- si es reelegido en noviembre.
“Mantendré esas gloriosas palabras, ‘no serán infringidas’”, subrayó durante su discurso en el mitin de la NRA, una organización que defiende el derecho que da la Constitución a portar armas y sus integrantes aseguran ser «orgullosos defensores de los patriotas de la historia y diligentes protectores de la Segunda Enmienda».
El magnate, que pese a todos sus enredos legales es favorito a la nominación del Partido Republicano para los comicios de este año, reiteró que cada promesa que hizo “como candidato en 2016, la cumplí como su presidente”.
Se refirió en ese periodo al nombramiento de casi 300 jueces federales y tres magistrados de la Corte Suprema a los que llamó “guerreros pro-Constitución” que “interpretan la ley” como está escrito.
Además, destacó sus medidas en 2019 para sacar a Estados Unidos del Tratado sobre el Comercio de Armas de las Naciones Unidas. Dijo que canceló el «uso corrupto» de los datos del Seguro Social por parte del presidente Barack Obama (2009-2017) como parte del proceso de aprobación o negar licencias de armas.
“El derecho a la autodefensa no termina cuando sales por la puerta principal de tu casa”, advirtió en esa parada de campaña, en la que subrayó que “el primer día de mi nuevo mandato, detendré la guerra de Joe Biden contra los propietarios legales de armas”.
Biden intenta promover medidas de sentido común para acabar con la violencia armada, la epidemia que desangra al país, afirmó, pero Trump considera que esto “es una guerra. Lo que están haciendo es una locura”.
El republicano, quien se autodenominó el presidente “más pro armas y pro la Segunda Enmienda”, hizo una oferta similar cuando se dirigió a la NRA en abril.
En ese momento Trump enfatizo ser un “amigo leal” del grupo defensor del derecho a las armas y se vanaglorió de que “salvó” la Segunda Enmienda cuando estuvo en la Casa Blanca.
Sencillamante la influencia política de la NRA impide cualquier iniciativa en el Congreso que tienda a regular las armas de fuego, incluso el mismo Biden llegó a preguntarse: “¿Cuándo, en el nombre de Dios, vamos a hacer frente al lobby de las armas?”, una alusión evidente a esta polémica asociación.
Fundada en 1871, y con el paso del tiempo, el grupo adquirió mayor prominencia en la vida política de Estados Unidos. En 1934 promovió la aprobación de la Ley Nacional de Armas de Fuego y luego, en 1968, logró una nueva regulación del mismo tipo que facilitaba el acceso a estos medios letales.
Una investigación de 2017 del Pew Research Center, con sede en esta capital, arrojó que cerca de 19 millones de personas admiten ser miembros de la asociación, aunque no militen de forma activa.
La parada de campaña de Trump en Pensilvania ocurrió un día después de obtener otro triunfo consecutivo en el ciclo electoral 2024.
El exgobernante aumentó la brecha a su favor al ganar los caucus (asambleas electorales) de Nevada y las Islas Vírgenes tras echarse en el bolsillo a Iowa y New Hampshire.
Ahora, Trump apunta Carolina del Sur el 24 de febrero, el estado de Nikki Haley, la única rival que le queda en pie.
La exgobernadora de Carolina del Sur cree que puede remontar su desempeño para seguir dando pelea, algo que los observadores ven muy poco probable.
En ese estado los votantes prefieren a Trump de acuerdo con los promedios de encuetas que le dan 62,5 por ciento en intención de voto contra 30,6 por ciento para Haley.
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