La modernización y ampliación de la institución ubicada en el extremo sur de esta capital, forma parte el Plan Nacional de Recuperación y Resiliencia (PNRR) financiado con fondos europeos a través del mecanismo ‘Nueva Generación EU’.
El objetivo es ‘potenciar la competitividad del sector cinematográfico y audiovisual italiano’ severamente golpeado por el impacto económico y social de la pandemia de Covid-19.
Para imaginar de alguna manera el resurgir de Cinecittá con esa inyección masiva de recursos en el próximo quinquenio es necesario recordar su historia como principal centro europeo de producción audiovisual, con alrededor de tres mil 500 películas realizadas allí en 84 años.
Cinecittá se muestra
Recorrer ese lugar ubicado en el extremo sur de Roma es una experiencia fascinante a través de la cual es posible comprender por qué fue bautizado como ‘La fábrica de los sueños’.
Una veintena de estudios, sets temporales y otros permanentes como Roma Antigua, El tempo de Jerusalén y Firenze 1400, integran este complejo abierto al público desde 2011 a partir de la iniciativa ‘Cinecittá se muestra’, con sus cuatro trayectos.
Entre ellos, la exposición ‘Girando a Cinecittá (1937-1990)’, dedicada a momentos de la cinematografía italiana e internacional; y ‘Tras bambalinas’, sobre el proceso de realización en sus distintas etapas.
Los otros dos son ‘El submarino S-33’, construido para la cinta U-571 (2000) dirigida por Jonathan Mostow, y ‘Felliniana’, muestra en la cual Dante Ferreti recrea el imaginario del célebre director italiano.
Inaugurada en 1937 en plena dictadura fascista, Cinecittá funcionó hasta 1943. Reabrió sus puertas tras concluir la II Guerra Mundial y a partir de la década de 1950 se convirtió el ‘Hollywood sobre el Tíber’, sobrenombre con el cual fue conocida por la producción de películas estadounidenses.
Su prestigio e importancia crecieron con el cine italiano de la posguerra, cuyo punto de partida fue el neorrealismo con exponentes como Roberto Rossellini, Vittorio De Sica, Luchino Visconti y Giuseppe De Santis, quienes siguieron creando en la etapa conocida como la del cine de autor (1950-1980).
Federico Fellini (Rímini 1920-Roma 1993), fue la figura principal de la nueva generación de directores con sus 19 largometrajes.
Ganador del Premio Oscar al mejor filme extranjero en cuatro ocasiones con La strada (1954), Le notti di Cabiria (1957), Otto e mezzo (1963) y Amardcord (1973), y a la carrera en 1993, Fellini obtuvo también la Palma de Oro en el Festival de Cannes con La dolce vita (1960).
El director de Il Casanova (1976), cinta acreedora del Oscar al mejor vestuario, desarrolló una relación afectiva especial con Cinecittá y en particular con su ‘estudio 5’ donde rodó varias películas.
Otra luminaria de esa época fue Pier Paolo Pasolini -Accatone (1961), Mamma Roma (1962) Il Vangelo secondo Matteo (1964) y Saló o le 120 giornate di Sodoma (1975).
De la relación con Pasolini, como asistente de dirección en Accatone, surgió Bernardo Bertolucci –Prima della rivoluzione (1964), Il conformista (1970), Ultimo tango a Parigi (1970), Novecento (1976) y L’ultimo imperatore (1987).
Como derivación del cine de autor cobró fuerza el político y social con figuras como Francesco Rossi -Salvatore Giuliano (1962), Le mani sulla cittá (1963) e Il caso Mattei (1972) y Elio Petri –A ciascunoi il suo (1967) y La clase operaia va in paradiso (1971). Además, Damiano Damiani , Giuliano Montaldo y Gillo Pontecorvo.
Simultáneamente brilló la comedia con autores como Pietro Germi, Mario Monicelli y Ettore Scola.
La cinematografía nacional alcanzó niveles sin precedentes en numerosos géneros, desde el histórico de aventuras, horror y espionaje, hasta el oeste a la italiana o el ‘western spaghetti’ cuyo autor más conocido fue Sergio Leone.
Tras su debut con Il colosso di Rodi (1961), Leone alcanzó celebridad con la trilogía Per un pugno di dollari (1964), Per qualche dollaro in piú (1965) e Il buono, il brutto, il cattivo (1966) y otra integrada por C’era una volta il West (1968), Giú la testa (1971) y C’era una volta in América (1984).
A esas décadas pertenecen intérpretes de la talla Anna Magnani, Alberto Sordi, Vittorio Gassman, Ugo Tognazzi, Nino Manfredi, Monica Vitti, Claudia Cardinale, Sofía Loren, Silvana Mangano, Marcello Mastroiani, Gina Lollobrigida, Giancarlo Gianini, Massimo Troisi y Gian María Volonté, entre otros.
Las crisis y el declive
Cinecittá sorteó varias crisis por motivos económicos, a los cuales se sumaron otros asociados al desarrollo tecnológico y las transformaciones en las modalidades de consumo de productos cinematográficos, a partir de la década de 1970.
En 1997 entró en una fase de degeneración creativa al pasar a manos privadas, hasta 2017 cuando el gobierno de entonces revirtió el proceso, al cual se refirió en diálogo con Prensa Latina Valentina Neri, asesora de Comunicación del Instituto Cinecittá Luce, sociedad del Ministerio de Cultura, gestora de la ciudad de la cinematografía.
La joven comunicadora explicó que así nació ‘Cinecittá Futura’, un proyecto para el mantenimiento y reparación de los estudios, la construcción de otros nuevos y la creación del Museo Italiano del Cine y el Audiovisual, entre otros aspectos.
La inversión de 300 millones a través del PNRR refuerza la intención de recuperar el esplendor de este lugar visto por Fellini como el vacío cósmico previo al ‘big bang’.
Un sitio al cual sugirió mirar con respeto porque aunque le parecía un poco banal la descripción, había que reconocer que Cinecittá era ciertamente la ‘fábrica de los sueños’.
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