Trump obtuvo una victoria convincente en el estado de su única rival en pie: Nikki Haley, cuya derrota es vergonzosa doblemente porque allí nació y fue gobernadora entre 2011 y 2017.
A pocos minutos de cerrar los centros de votación, las grandes cadenas de televisión dieron como vencedor al exmandatario, quien poco después apareció ante sus simpatizantes para decir que se trata de «una victoria aún mayor de lo que anticipamos».
También dijo que «nunca había visto al Partido Republicano tan unificado como lo está ahora» y que tampoco había percibido un «espítitu como este», en referencia a quienes lo vitoreaban.
Trump viene con una racha de triunfos en cadena desde los caucus de Iowa, las primarias de New Hampshire, en Nevada y ahora en Carolina del Sur.
Aunque el expresidente tiene una montaña de problemas con la justicia, los pronósticos indican que será el adversario del demócrata Joe Biden el 5 de noviembre. Ningún candidato había logrado antes un triunfo tan claro al comenzar las primarias.
No obstante, Haley descartó el abandono de la carrera por la nominación, al menos insiste en que se mantendrá en la pelea hasta el súper martes del venidero 5 de marzo, cuando un gran número de estados celebrarán primarias.
Para esa fecha acudirán a las urnas los electores de Alabama, Alaska, Arkansas, California, Colorado, Iowa, Maine, Massachusetts, Minnesota, Carolina del Norte, Oklahoma y Texas, entre otros.
El súper martes se decidirán unos 874 delegados para la Convención Nacional Republicana, que se celebrará en julio en Milwaukee, Wisconsin, uno de los estados claves este año.
“No hay manera de que el pueblo estadounidense vaya a votar por un criminal convicto”, comentó Haley a NBC News.
Pero parece que, pese a todo, Trump será la pieza republicana este año.
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