De esta manera, la Lava Jato colocó un carácter de ilegitimidad a la justa comicial, ganada por Jair Bolsonaro, y a todo lo que ocurrió después, afirmó Teixeira en una extensa entrevista concedida al portal Consultor Jurídico.
‘Es importante recordar que el expresidente Lula fue encarcelado, fue procesado por un juez parcial (Sérgio Moro) y se le reconoció su derecho a presentarse a las elecciones por un comité de las Naciones Unidas, además del derecho de todos los brasileños a votar por él’, señaló la jurista.
Reiteró que el fundador del Partido de los Trabajadores ‘fue apartado indebidamente de las elecciones de 2018. Esto ya arroja un carácter de ilegitimidad a las elecciones de 2018 y a todo lo que estamos viviendo’, insistió. Además, aseguró, la Lava Jato intentó acabar con el derecho de defensa en el país a través de la figura del abogado colaborador.
‘Solo tendrían cabida los legistas que aceptasen colaborar con las prácticas de la Lava Jato. El tiempo también demostró que resulta necesario ejercer el derecho a la defensa y la abogacía no puede ser un apéndice del Ministerio Público’, argumentó.
Sobre el impacto de la operación, la letrada respondió que fue enorme. ‘En algún momento del pasado, la Lava Jato entendió que era más grande que el Poder Judicial, el Ministerio Público, el Congreso, y el Ejecutivo’.
Argumentó que ‘contribuyó a la erosión de las instituciones. Es importante que volvamos a recordar la importancia de las instituciones, la independencia de los poderes, que, al fin y al cabo, es la base de una democracia fuerte’.
En abril, el periódico francés Le Monde denunció que la Lava Jato resultó ser una exitosa estrategia de Estados Unidos para socavar la autonomía geopolítica de Brasil y proteger sus propios intereses.
Consultor Jurídico alertó en la ocasión que lo que comenzó como la ‘mayor operación anticorrupción del mundo’ degeneró en el ‘mayor escándalo judicial del planeta’.
Según el sitio, todo comenzó en 2007, durante el gobierno de George W. Bush, cuando las autoridades estadounidenses estaban molestas por la falta de cooperación de los diplomáticos brasileños en su programa antiterrorista.
De acuerdo con la fuente, el Palacio de Itamaraty (sede de la cancillería) en ese momento no quiso embarcarse en la histeria de Washington sobre el tema.
Para sortear el desinterés oficial, la Embajada de Estados Unidos en Brasil comenzó a invertir en intentar crear un grupo de expertos locales afines a sus intereses y dispuestos a aprender sus métodos, ‘sin parecer peones’ en un juego, según un telegrama del embajador Clifford Sobel al cual tuvo acceso Le Monde.
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