Los presidentes de las regiones aprobaron este miércoles como requisito indispensable tener ese certificado para acceder a lugares con riesgo de aglomeración, lo cual es parte del decreto que deberá recibir el visto bueno del gobierno mañana.
Al parecer, según trascendidos, el pase verde será obligatorio, pero se desestimó la solicitud de la Confederación General de la Industria Italiana de extender su existencia a los lugares de trabajo, propuesta rechazada por el secretario general de la Confederación General Italiana del Trabajo, Maurizio Landini.
‘En este año de pandemia, declaró a La Stampa, los trabajadores siempre han ido a la fábrica con seguridad. Respetando los protocolos y las reglas de distanciamiento. No son las empresas las que tienen que determinar quién entra y quién sale’.
Recordó incluso que una elección de este tipo sólo puede ser hecha por el gobierno y cómo los trabajadores fueron los primeros, durante la pandemia, en pedir seguridad, llegando incluso a hacer huelga para conseguirla.
Por su parte la mayor confederación de agricultores directos de Italia (Coldiretti) desde su página web también expresó que la obligación del pase verde en el trabajo pone en riesgo el abastecimiento alimentario del país, en una situación en la que solo la mitad de la población está totalmente vacunada.
Subrayó que el campo está hoy en plena recolección de frutas y hortalizas, mientras la cosecha comenzará en unas semanas, actividades imposibles de posponer, pues se trata de productos altamente perecederos ya afectados por los efectos del mal tiempo que redujeron drásticamente la producción nacional.
También mostró preocupación por las dificultades para la llegada a Italia de muchos trabajadores pues más de la cuarta parte de las producciones agrícolas italianas se obtiene de manos extranjeras, unos 368 mil trabajadores procedentes de 155 países diferentes que han encontrado empleo regularmente en la agricultura.
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