Reunión Internacional de Ejercicios Físicos y Deporte fue el calificativo con el cual se promocionó esta edición, entre cuyas singularidades destacaron el alargamiento por cinco meses, la inclusión de modalidades nada convencionales y el caos imperante en ocasiones en su desarrollo.
No obstante sus peculiaridades negativas y haber sido concebido el evento como una suerte de exhibición colateral a la Expo, mil 225 deportistas de 26 países respondieron al llamado en busca de la gloria olímpica.
El máximo ganador en estos Juegos fue el estadounidense Alvin Kraenzlein en las justas atléticas de 60 metros lisos, 110 y 200 con obstáculos y salto largo, único en lograr cuatro galardones dorados individuales en esta disciplina en una sola cita.
Entre Kraenzlein y tres de sus compatriotas conquistaron 11 títulos de los 23 disputados en campo y pista, así como cinco segundos y un tercero.
Por cierto, el atletismo fue programado para realizarse en apenas dos días en una pista de hierba de 500 metros en el Bois de Boulogne (Bosque de Bolonia) parisiense, cuyo pasto era muy espeso y altamente húmedo.
Incluso, los cursos de las carreras y para el impulso en el salto largo se encontraban cuesta abajo, y en el primero de los casos se introducía entre los árboles.
En el campo y pista se realizaron pruebas fuera de lo común, tal como las conocemos hoy. Algunas de ellas fueron los cinco mil metros por equipos y los saltos alto, largo y triple ‘parados’ (sin tomar impulso), ganadas estas tres últimas por un mismo concursante, el estadounidense Ray Ewry.
Esas rarezas no fueron exclusivas del atletismo, pues en la natación se compitió debajo del agua (el triunfador recorrió 60 metros) y en 200 metros con obstáculos, barreras para salvar en las distancias de 50, 100 y 150 metros del curso. Todos los eventos se efectuaron en el río Sena.
En esa propia vía acuática, uno de los símbolos de la nación gala, se realizó otra lid original: la pesca con caña, cuyo triunfador, sin embargo, permanece en el anonimato pues su nombre no fue incluido entre los de los campeones olímpicos.
Como muestra de los problemas organizativos de esta cita mundial, los libros recogen lo acontecido cuando el húngaro Rudolf Bauer subió a lo más alto del podio a recibir el premio por su éxito en el lanzamiento del disco.
En ese momento fue izada la bandera de Estados Unidos y la banda interpretó el himno de ese país. Ante la protesta del magyar, la ceremonia se paralizó hasta tanto fue hallada una enseña húngara, pero entonces fue entonado el himno nacional austríaco.
Para los ocupantes de los tres primeros peldaños en cada prueba no fueron confeccionadas medallas, sino que los organizadores anunciaron diversos y ‘valiosos’ obsequios. Mas la sorpresa era generalizada cuando los deportistas recibían un libro o, simplemente, una sombrilla.
Muchos años después el Comité Olímpico Internacional ordenó hacer llegar sus preseas a los triunfadores, pero lamentablemente una gran parte de ellas fue entregada póstumamente.
En París participó quien es considerado el campeón olímpico de más edad en la historia. El británico Sir Eye Massey Shaw tenía 70 años cuando ganó una regata.
Como buenos anfitriones, los franceses coparon el primer lugar por países con 26 primeros puestos, 37 segundos y 32 terceros.
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