Hasta el momento por lo menos seis personas murieron y 410 tuvieron que ser internadas en hospitales por heridas y síntomas de asfixia, la mayoría ya de alta, según un reporte del Ministerio de Salud.
Horas atrás el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, en declaraciones desde la escena de la catástrofe, tendió un velo de sospecha sobre las causas de loas fuegos y aseguró que de haber sido provocados, los responsables sufrirán severos castigos.
La magnitud del problema sobrepasa las posibilidades de los bomberos locales y obligaron al gobierno a aceptar la ayuda de Irán, Azerbaiyán y Ucrania, todos con fronteras con Turquía, y de Rusia, primer país en ofrecer su cooperación.
El año en curso ha sido el peor para Turquía en términos de incendios forestales en la última década con unas 95 mil hectáreas agostadas por esa causa hasta julio pasado, casi ocho veces más que el promedio de unas 13 mil entre 2008 y 2020 en el mismo lapso, según las estadísticas oficiales.
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